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«Al borde del desbarrancamiento»

Cuentos, cuentos, son tantos los cuentos escritos y tantos los escritores de ellos, que a veces se pierden en la memoria. Pero quien lea estos cuentos de Fabio Morabito, publicados bajo el título de La vida ordenada, difícilmente podrá olvidarlos. Es más, seguramente buscará otros de este escritor nacido en Alejandría en 1955, que vivió de chico en Milán y que a los quince años, hablando en italiano, se estableció en México. Poesía, ensayos, cuentos, una novela y hasta un libro para niños, son algunos de los textos publicados por Morabito y traducidos a varios idiomas.

Este año Eterna cadencia (que ya había publicado los libros de relatos La lenta furia y Grieta de fatiga) dio a conocer La vida ordenada, que reúne seis relatos. Situaciones que parecen normales, cotidianas, pero que pueden esconder misterios o situaciones inquietantes. Como señala el título, «al borde del desbarrancamiento», que es la expresión que uso el escritor, que visitó la Argentina en estos días, para referirse a ellos. Es que estos cuentos remiten en parte a algunos de Los cuentos siniestros, del japonés Kobo Abe, publicados recientemente por la misma editorial. Pequeños detalles que reviven situaciones olvidadas, sucesos que rozan misterios que tal vez sólo están en la mente de los personajes, perturbados por sus propias vidas, por las vicisitudes que los envuelven.

Si una visita de pasada a la casa de los tíos permite descubrir un insólito “arreglo”, que deriva en otras situaciones no menos extrañas, en otro cuento el posible alquiler de un departamento puede derivar en una fiesta orgiástica (La renta) que linda con la realidad y el sueño, mientras los personajes parecen llevados de un lado a otro, como testigos de lo que les está pasando, sin poder articular por propia voluntad una actitud diferente. En realidad todos los protagonistas parecen deambular sin sentido aparente, buscando en su interior, en sus recuerdos, algo que los abruma o los conmueve, mientras los hechos se suceden, ajenos casi, pero marcando un nuevo camino, una nueva trama que, de alguna manera, incidirá en sus vidas, aunque nadie sepa bien cómo.

Una sorpresa tras otra, producto de una creatividad y una imaginación desbordante, provocan en el lector el ansia de saber más sobre estas personas y los hechos que les ocurren, pero sabiendo que son momentos de sus vidas, que sólo pueden resaltar así porque existe una mano magistral que los dirige y los enfoca en un camino de nostalgia y poesía que puede conmover hasta lo más hondo y a punto acaso de salirse de la historia y empezar un camino diferente.

Indudablemente, son cuentos para leer, releer y pasar buenos momentos a su lado, como ocurre siempre que se puede tener en las manos cuentos bien escritos y que conformen las mejores expectativas.

R.B.

La vida ordenada
Fabio Morabito
Editorial Eterna cadencia
160 pág. $77.-

septiembre 25, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (110) por Roberto Brey

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Más hispanoamericanos

 

 José María Roa Bárcena (1827-1908). Nacido en Veracruz, México, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, y se destacó por su pensamiento conservador reflejado en el periodismo y en “Recuerdos de la invasión norteamericana (1846-1848) por un joven de entonces” (1883). Partidario del Imperio, le ofreció la corona a Maximiliano, pero descontento con la actuación de éste por sus ideas liberales, se negó a colaborar en su administración. A la caída del Imperio sufrió dos años de prisión, no obstante que la misma prensa liberal, reconociendo la honradez de sus convicciones políticas, abogó por él. Después de haber recobrado su libertad se retiró a la vida privada, para dedicarse al comercio y al cultivo de sus aficiones literarias.

La crítica considera hoy al cuento “Lanchitas” (1878) como la mejor obra de ese género escrita hasta ese momento en México. Ese cuento, además, está considerado como uno de los iniciadores del género fantástico o de terror y figura en varias antologías de escritores del siglo XIX de todo el mundo.
 
Como lo hicieron luego varios escritores hispanoamericanos (como la ya señalada Juana Manuela Gorriti y Ricardo Palma, Roa toma leyendas populares, ya no andinas o peruanas, sino mexicanas, para recrearlas como cuentos. Los hechos rompen con el orden natural sin explicación en la leyenda, y son tomados como reales. En el cuento, en cambio, el lector se adapta a una fantasía y la acepta como una elaboración artística, sin tenerla efectivamente como real o probable.
 
La leyenda en que se basa Lanchitas surge del hecho de que un sacerdote es solicitado para tomarle confesión a un moribundo a altas horas de la noche.
Cuando este regresa, se da cuenta de que se olvidó una prenda junto al moribundo. Cuando al otro día envía por ella, le comunican que esa casa está deshabitada desde hacía mucho tiempo, pero la prenda estaba en el lugar indicado.
 
“Roa recupera y funda la fruición de lectura que caracteriza a la mejor literatura, gracias a una mano maestra en la descripción, en el ritmo, en el lenguaje, en los diálogos. Como si por un momento se despojara de la ideología dejase a lado las intenciones políticas inmediatas y panfletarias, así como actitudes religiosas y morales y se decidiese sencillamente a narrar bajo el viejo encantamiento del que hablara E.M. Foster, nos cuenta algunos de los relatos más estremecedores e interesantes de la literatura mexicana del siglo XIX. Es allí un iniciador, un  fundador, un maestro al que es preciso volver una y otra vez para aprender a disfrutar”, escribe el académico uruguayo Jorge Ruffinelli.
 
Y el mismo José María Roa Bárcena, que se preocupó por recopilar y estudiar antiguas leyenda mexicanas, cuenta así la leyenda de La llorona: «La Llorona, era a veces una joven enamorada, que había muerto en vísperas de casarse y traía al novio la corona de rosas blancas que no llegó a ceñirse; era otras veces la viuda que veía a llorar a sus tiernos huérfanos; ya la esposa muerta en ausencia del marido a quien venía a traer el ósculo de despedida que no pudo darle en su agonía; ya la desgraciada mujer, vilmente asesinada por el celoso cónyuge, que se aparecía para lamentar su fin desgraciado y protestar su inocencia.»
 
 
Justo Sierra Méndez (1848-1912). Nacido en Campeche, México, fue hijo de un destacado jurista yucateco. Inició sus estudios en Mérida y posteriormente se matriculó en el Liceo Franco-Mexicano de la ciudad de México. Pasó luego al Colegio de San Ildefonso y, en 1871, se tituló de abogado. Frecuentó las tertulias literarias de Ignacio Manuel Altamirano y se dio a conocer a través de sus colaboraciones en El Monitor Republicano, la revista El Renacimiento y los periódicos El Domingo, El Siglo XIX, La Tribuna, La Libertad y El Federalista. Llegó a ser ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, cargo desde el cual fundó en 1910, la Universidad Nacional de México. Escribió una serie de cuentos, reunidos luego con el título La Sirena y otros cuentos, que según él dijo, podía haberse llamado: de Amor y muerte, pues están impregnados de «lirismo sentimental y delirante». La Sirena, figura también en alguna antología de cuentos fantásticos. Sin embargo, Sierra ha pasado a la historia como uno de los artífices del Porfiriato, quizá el más crítico entre los allegados al dictador mexicano y un reconocido humanista de principios del siglo XX.
 
 
Vicente Riva Palacio (1832-1896). Su carrera pública abarcó desde ser diputado suplente en el Congreso Constituyente que elaboraría la Constitución política mexicana expedida el 5 de febrero de 1857, hasta gobernador del Estado de México y del Estado de Michoacán. Fue también magistrado de la Suprema Corte de Justicia y ministro ante la Corte española. Su actividad en el campo militar fue bastante destacada en la resistencia contra la intervención francesa. Participó, como articulista, en los periódicos La Orquesta y El Ahuizote. De su obra literaria, es muy conocida su novela “Monja, casada, virgen y mártir” (1868).
Entre la ficción y la historia, su escritura tiene intención manifiesta de entretener y divertir, al estilo de Dumas, con intrigas, misterios y fantasmas, mezclando sus investigaciones históricas con una rica inventiva, estirados para crear suspenso y, como era habitual en la época, poder ser publicado por entregas en los periódicos de entonces. Uno de sus cuentos, La máquina de coser, forma parte de un estilo más anecdótico y más cercano en el tiempo.
 
La sirena de Sierra Méndez, puede leerse en:
La máquina de coser de Riva Palacio en:
El nido de jilgueros en:
 
 
 
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marzo 5, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario