Semanarioprensalibre's Blog

Just another WordPress.com weblog

El cuento: origen y desarrollo (103) por Roberto Brey

103



Más literatos del 98 y posteriores

Ramón Gómez de la Serna (1988-1963)

Es el heredero inmediato de la Generación del 98 a la cual se siente “espiritualmente ligado”. Original ensayista y humorista es el creador de las “greguerías”, peculiares artículos que alcanzaron gran popularidad, en el mundo hispano. Vive un exilio voluntario en Argentina desde el inicio de la guerra civil española, donde trabaja hasta la década del 60.

Las greguerías son unas sentencias ingeniosas, y en general breves que surgen de un choque casual entre el pensamiento y la realidad. Es indudable que Ramón fue su creador. El propio Ramón la define esquemáticamente del siguiente modo:

La imagen en que se basa la greguería puede surgir de forma espontánea, pero su formulación lingüística es muy elaborada, pues ha de recoger sintética, ingeniosa y humorísticamente la idea que se quiere transmitir.

El efecto sorpresivo se obtiene a través de:

La asociación visual de dos imágenes: «La luna es el ojo de buey del barco de la noche».

La inversión de una relación lógica: «El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos».

La asociación libre de conceptos ligados: «El par de huevos que nos tomamos parece que son gemelos, y no son ni primos terceros».

La asociación libre de conceptos contrapuestos: «Lo más importante de la vida es no haber muerto».

Gómez de la Serna dedicó, a lo largo de su vida numerosos libros a este nuevo género, que cultivaba asiduamente en secciones fijas de los periódicos y lo consagraría como uno de los escritores más conocidos de las letras españolas: Greguerías (1917), Flor de greguerías (1933), Total de greguerías (1955), etc. Para muchos, este género sirvió para renovar cierta idea anquilosada de la metáfora y de la imagen poética que poseía la estética literaria española, y anticipó el Surrealismo.

5 cuentos breves de Gómez de la Serna se pueden leer en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/gomez/rgs.htm

Ramiro de Maetzu (1874-1937)

Periodista de origen vasco, diplomático (fue embajador de España en la Argentina durante la dictadura de Primo de Rivera). Autor de valiosos ensayos colaboró con La Prensa de Buenos Aires y con ABC de Madrid, Murió en una cárcel republicana durante la guerra civil española. Entre sus libros se destacan: “La crisis del humanismo” (1919), sobre temas políticos y “Don Quijote, Don Juan y la Celestina” (1926), que reúne tres estudios críticos.

Gabriel Miró (1879-1930)

Un estilo que recuerda al de Valle Inclán, “sobresalen en su prosa los valores plásticos y musicales, y un gran sentido de la medida y la armonía, que alienta en toda su obra”, dice Estrella Gutiérrez. Sus novelas no tienen la linealidad de otras obras, son al decir de un crítico: “cuadros sueltos”, que en lugar de hablar directamente, dicen por insinuación.

Para algunos estudiosos, como Mariano Baquero Goyanes, Miró incorpora muchos cuentos en sus novelas, a veces como «fábulas», «parábolas», «alegorías», «estampas», «glosas», etc. “Se diría que a Miró le interesó no tanto ajustarse a unos muy bien delimitados y precisos géneros literarios, como crear una prosa de extraordinaria calidad artística, apta para servir de instrumento y de cauce a una sensibilidad que se avenía mal con un sistema de rígidos casilleros literarios, desbordados casi siempre por el ímpetu creador mironiano”, explica.

Ramón Menéndez Pidal (1869-1968)

Continuador de la obra de Menéndez y Pelayo, filólogo y gran erudito. Con una extensísima bibliografía, su mayor aporte fue en el estudio de la Edad Media española (“La leyenda de los infantes de Lara” 1896). Entre otros cargos, fue presidente de la Academia de Letras, y una de sus obras. En 1904 publicó su “Manual de gramática histórica española”, pulido y enriquecido en ediciones posteriores. En 1935 inició un proyecto para redactar colectivamente una gran Historia de España, terminada finalmente en 2004.

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91 92  93  94  95  96  97  98  99  100  101  102

enero 2, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (101) por Roberto Brey

101

Miguel de Unamuno (1864-1936)

Unamuno nació en Bilbao en el País Vasco. Adquirió desde joven una sólida cultura humanística y, estudioso de los clásicos latinos y griegos, ocupó todos los géneros literarios, el periodismo y la docencia, además de incursionar en el pensamiento filosófico. Se convirtió en el liberal más influyente de España.

En sus novelas predomina el pensamiento sobre la acción y entre ellas se destacan: Paz en la guerra (1897), Niebla (1914), la famosa La tía Tula (1921), llevada al cine en 1964, y Como se hace una novela (1927).

Después de haber actuado en las filas liberales y de haber proclamado la república española en Salamanca, Unamuno comienza a tener discrepancias con el gobierno republicano de Azara. Al iniciarse la guerra civil (1936), apoyó los rebeldes y hasta hace un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana.

Poco le dura el entusiasmo, al ver a numerosos amigos y conocidos encarcelados, torturados y fusilados. A principios de octubre, Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos.

Unamuno se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación durante el acto de apertura del curso académico (que coincidía con la celebración de la Fiesta de la Raza), el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad. Varios oradores soltaron tópicos acerca de la «anti-España», y allí se produce una reacción que se hizo famosa, por lo virulento del hecho y por las contradicciones del intelectual.

El texto donde se relata el hecho y las palabras de Unamuno puede leerse en:
http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=3242

Para Josefina Delgado (ex sub secretaria de cultura de la ciudad de Buenos Aires), no tuvo una ideología global: “El sentido de la vida residió para él en la lucha por una meditación que revelara la verdad contingente”, explica, y señala que lo más coherente son sus novelas es: “la necesidad de replantearse la originalidad del sentimiento concreto de la existencia frente a las explicaciones racionalistas”, en un camino similar al de Chesterton o Papini. Con respecto a sus ensayos, Delgado considera que recuerda a Larra (ver capítulo 59): “fue feroz en la crítica y buscador de la polémica”.

Con respecto al periodismo, Unamuno critica a la prensa informativa por su visión fragmentaria. Cuando empezó la guerra ruso japonesa, para explicar el por qué de su negativa a seguir sus alternativas por los diarios, dijo: “Cuando concluya, no faltará quien me la cuente ordenada y orgánicamente”.

Para él, la sección telegráfica de un diario no son noticias ni información, sino “la primera materia para elaborarlas”. Y con respecto a la lectura y al estar al día contaba una anécdota de quien: “dejó de leer libros para leer revistas de ellos, luego leyó revistas de revistas, y acabó por no leer más que catálogos. Y se ha curado de ello volviendo a los libros, pero a los libros permanentes y universales, a las obras clásicas”.

De Unamuno puede leerse el cuento “El contertulio” en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/contertu.htm

“La venda”, en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/venda.htm

“San Manuel Bueno, mártir” en:
http://www.rinconcastellano.com/biblio/sigloxx_98/unamuno_smbm.html

 
Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91 92  93  94  95  96  97  98  99  100

diciembre 16, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (99) por Roberto Brey

99

España: la generación del 98

1898 es el año de la intervención norteamericana en Cuba, con el pretexto de “defender las vidas y bienes de sus ciudadanos en la isla”, ante el sabotaje del crucero Maine.

La voladura de un buque estadounidense, el Maine, sirve de pretexto a la prensa de ese país para llevar al extremo los ánimos que, desde tiempo atrás, venían incitando contra España. Sin esperar ninguna investigación, al día siguiente, el Journal de Hearts publica en su tapa: «El Maine partido en dos en La Habana por un infernal artefacto del enemigo», lo que para muchos significó la final declaración de guerra que venían preparando los círculos más belicistas de Norteamérica. (Es de recordar que la figura de Hearst sirvió de modelo para que el director de cine Orson Welles hiciera el personaje central de su consagrada película «El ciudadano Kane».)

La guerra de liberación, que libraba el pueblo de Cuba contra el colonialismo español, se transformó así en una guerra entre España y EE.UU. que terminó con el triunfo de estos últimos en abril, en una batalla naval frente a Santiago de Cuba. Allí, siete acorazados norteamericanos destrozaron a siete barcos de madera españoles, pobremente armados, con 360 muertos del lado español y uno del otro.

La dura derrota concluyó con un tratado donde EE.UU. se queda con Puerto Rico y Filipinas, y todo se vuelve a cuestionar en España. Se propugnan reformas en todos los órdenes, se repudian las viejas lacras del sistema y se discute sobre los cambios que tendrían que venir; pero… poco cambia y continúa la alternancia entre conservadores y liberales en el gobierno.

Al alcanzar la mayoría de edad (16 años), en 1902 Alfonso XIII asume el trono de España. Desde 1885 había gobernado su madre, María Cristina de Austria, viuda de Alfonso XII. Por esos años se consolidan fuertes movimientos de independencia entre gallegos, catalanes y vascos, y aparecen organizaciones sindicales de carácter socialista, anarquista y comunista. La campaña de Marruecos y su semana trágica en 1909 (ver capítulo 84), la primera guerra mundial (1914-1918), donde España permanece neutral y la Revolución Rusa (1917), traen nuevos aires en un país que no logra salir de sus permanentes crisis que culminan con el régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera y la supresión de los derechos constitucionales.

En 1931 los liberales y republicanos ganan las elecciones y se proclama la República, pero el levantamiento militar del general Franco traería la guerra (1936-1939), la dictadura, y sumiría por largas décadas a España en el oscurantismo.
Aquella generación literaria de fines de siglo, abatida como toda España por el clima posterior al trágico año ’98 conformaría un grupo denominado luego “generación del 98”, unida por un sentimiento común, y decidida a dejar de lado los vicios que llevaron a España a su frustración.

El grupo, constituido por Azorín, Baroja, Unamuno, Antonio Machado, Bueno, Maeztu, Valle Inclán y Jacinto Benavente, entre otros, recogió diversos antecedentes, de los que se puede citar a Mariano José de Larra (ver capítulo 57) y Leopoldo Alas Clarín (ver capítulo 90) (Mariano Baquero Goyanes considera que algunos cuentos de Clarín permiten entender mejor el noventayochismo), el krausismo (ver capítulo 93) y los intelectuales que formaron el Instituto Libre de Enseñanza. Esas aspiraciones de integrar España a Europa, de solucionar los problemas de educación y de pobreza, de encontrar la “verdadera” España, recorriendo sus pueblos y poniéndose en contacto con sus verdaderos hombres, no tuvieron demasiado eco social, pero al menos terminaron en una trayectoria individual con importantes logros literarios.

El modernismo también es un movimiento que coincide en el tiempo con la generación del 98. Nacido en América, el nicaragüense Rubén Darío lo traslada a España, donde sus principales exponentes son Antonio Machado y Juan Ramón Giménez, pero al decir de Estrella Gutiérrez: “fue un movimiento principalmente literario poético y no social e ideológico como el promovido por la generación del 98”.

En cuanto al estilo literario, la generación del 98 se caracteriza por la sencillez, sinceridad y expresividad, puesta de manifiesto especialmente por José Martínez Ruiz, conocido por su seudónimo, Azorín, quien impuso un estilo y fue el más imitado de los escritores de su generación
La Generación del 98 estaba compuesta por un grupo de escritores nacidos entre 1864 y 1875, con una formación intelectual semejante, un estilo que rompe con la literatura anterior y una difícil situación social y política del país que los une: el desastre de 1898. Su guía era Miguel de Unamuno.

Los animaba el espíritu de protesta y rebeldía y adoptaron posturas políticas definidas, como el socialismo de Unamuno y Maeztu y el anarquismo de Azorín y Baroja. Estos últimos junto a Maeztu formaban un grupo y llegaron a escribir artículos bajo el nombre de «Los Tres». En 1901 publican un manifiesto en el que adoptan una postura reformista que los lleva hacia un hondo desengaño. En 1905, junto a Unamuno, abandonan el camino de la acción y se orientan hacía lo estético, dejando de lado muchos de sus ideales.

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91  92   93  94  95  96  97  98

noviembre 25, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (98) por Roberto Brey

98

 

España: Los intelectuales y el krausismo

Es por entonces que toma preeminencia el “krausismo”, que reemplazará en la filosofía al tradicionalismo católico. Creado por el alemán Carlos Cristián Federico Krause (1781-1832), orientó a escritores y políticos liberales de fin de siglo.

Fue Julián Sanz del Río (1814-1869), pensionado por el gobierno para estudiar filosofía en Bélgica y Alemania, quien se entusiasmó con las ideas de Krause, que incorporó luego a su cátedra de Madrid, y llegó a tener un incalculable número de seguidores.

Para el mencionado Miguel Artigas, el sistema krausista, “más que como contenido filosófico, tuvo importancia porque en torno suyo y profesándolo en todo o parte se agruparon los disidentes, los que no aceptaban el catolicismo como creencia y norma de vida.”

Y agrega:

Los políticos, que de todo se aprovechan, aprovecharon el sistema buscando en él prestigio y fuerza intelectual para sus ideas. Influyó también en otras ciencias, sobre todo en las jurídicas y sociales. De esta manera, si aquella filosofía indigesta no floreció ni dio frutos propios de valor, injertada en otras actividades ganó influencia difusa. El krausismo, que atacaba los fundamentos católicos de la vida tradicional, se vio alguna vez perseguido por sus doctrinas contrarias a las del Estado, y en 1865 se formó expediente a Sanz del Río y a alguno de sus discípulos, entre ellos a Giner de los Ríos.

Pero vino la revolución del 68, volvieron a sus cátedras, y entonces se legalizó la más amplia libertad de enseñanza, y, es claro, en nombre de ella se persiguió a las doctrinas que sus contrarios profesaban. Cuando llegó la Restauración monárquica en 1875, el ministro de Fomento pasó una orden a los Rectores para que no tolerasen en las Cátedras ataques contra el dogma católico y las instituciones vigentes.

Salmerón, Giner, González Linares, Calderón, Azcárate, Castelar, Montero Ríos, Moret, etcétera, no se conformaron y fueron separados en virtud de expediente. «La separación fue justa –dice Menéndez y Pelayo–, no los destierros y tropelías que la acompañaron. Siempre fue la arbitrariedad muy española.»

Los catedráticos separados crearon entonces, para seguir cultivando su filosofía, la Institución Libre de Enseñanza. Fue, pues, el krausismo el origen y el sistema filosófico de la Institución, y alma y animador de ella don Francisco Giner de los Ríos.

El estudioso francés Yvan Lissorgues (1931-) identifica a los «intelectuales influidos por el krausismo» como un grupo que en distintas Universidades o Institutos, antes de 1890, “se han dado a conocer por un sinnúmero de publicaciones (libros y artículos) sobre temas pedagógicos, científicos, jurídicos, sociales, filosóficos, literarios.

Esa gran actividad de carácter científico-filosófico, insólita durante los primeros lustros de la Restauración, se intensifica en los perturbados últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX, o sea, durante el período de crisis aguda denominada por los historiadores de nuestro tiempo crisis de fin de siglo.

Es preciso añadir que en torno al «grupo» hay una amplia zona de influencia, en la que se sitúan, de una manera u otra y más o menos cerca, muchos desconocidos pero también personalidades de primera fila, como pueden serlo Benito Pérez Galdós y tal vez Juan Valera.”

Yvan Lissorgues explica que son ellos: “los que animan de manera insólita la vida intelectual de ese período que la gente nueva del fin de siglo se apresurará a despreciar en bloque, iniciando de este modo la postergación ulterior de una de las raíces «progresistas» más fecundas de la España moderna, que ellos, más que otros, contribuyeron a enraizar y fecundar gracias a su incansable labor reflexiva. Todos van movidos por un afán de saber que puede verse como la interiorización del imperativo krausista relativo al conocimiento y a la ciencia, según el cual conocer la creación de Dios es acercarse a Dios (el hombre «debe conocer en la Ciencia a Dios», escribe Sanz de Río, traduciendo o glosando a Krause-Ureña, 1992, pág. 2).

Parece evidente, sin embargo, que, en ellos, incluso para los que no se acercan al agnosticismo, ha perdido fuerza o se ha evaporado la conciencia permanente de la ciencia absoluta (de la Wissenchaft), pero queda, y es lo importante, viva y activa la necesidad vital del ensanchamiento (de la «realización») de la naturaleza humana por la cultura, por la asimilación del conocimiento, de todos los conocimientos.

No bastaría un libro para dar cuenta de la ingente labor de adaptación, asimilación, difusión de todas las ideas nuevas que «brotan» en el campo científico, cultural, filosófico, de una Europa en plena expansión. Sobre este punto, la obra literaria y periodística, ya bien conocida, de Clarín podría considerarse como paradigmática.”

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97

noviembre 18, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (97) por Roberto Brey

97

La crítica española a fin del siglo XIX

Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912)

En este período también hay un espacio para la crítica literaria, representada por Menéndez y Pelayo, que pone en su punto más alto la erudición y el análisis, y que dejaría sus discípulos en el siglo XX. La historia de la literatura española le debe mucho a M y P, en su análisis detallado y abundante de los grupos, las corrientes, las particularidades y los antecedentes de los escritores españoles. Estudió no sólo los orígenes de la literatura, y sus diferentes ideas estéticas, sino también realizó estudios comparativos con otras literaturas, y analizó obras y autores, españoles y extranjeros; además de escribir obras sobre historia, filosofía, filología, etc.

Según Miguel Artigas (1887-1947), director de la biblioteca nacional de España (1930-1946), franquista convencido y admirador de su obra: (Pelayo) “Dejó trabajo comenzado y delineado para varias generaciones, y si no nos legó completa y acabada una historia del pensamiento y del arte españoles, que era su ideal soñado, nos ha dejado algo que vale más que esto: nos trasmitió su fe en España; levantó el espíritu nacional, abatido, postrado”. Artigas lo opone a los krausistas, que en los últimos años del siglo tuvieron gran preponderancia en la filosofía, la política y la ciencia españolas.

Marcelino Menéndez y Pelayo nació en Santander, en la montaña cantábrica. Estudió filosofía y letras en Barcelona y se doctoró en Madrid en 1875. Su ciudad natal le pagó un viaje de estudios por las principales bibliotecas y archivos de Portugal, Italia, Bélgica, Holanda y Francia. Muy joven todavía ingresó en las academias de Letras y de Historia; llegó a ser diputado por los sectores conservadores y Director de la Biblioteca Nacional.

El filólogo e historiador Américo Castro (1885-1972) explica: “Don Marcelino inaugura en España lo que con mayor propiedad se denomina crítica literaria, y que, en efecto, es una historia de la literatura en relación con la civilización de un pueblo”, y considera que su figura, “señala una fecha en la historia de la literatura española”.

De su abundante obra se destaca “La ciencia española” (1876), “obra fundamental para el estudio de la cultura española”, al decir de Fermín Estrella Gutiérrez, que la considera una especie de respuesta para quienes hablan de “oscurantismo español”.

El profesor y escritor argentino Eduardo Romano (1938-) opina que el objetivo fundamental de la obra de M y P “fue combatir la corriente antitradicionalista generada por el enciclopedismo en el siglo XVIII, las reformas pedagógicas liberales, la pereza intelectual y escasa seriedad científica de quienes esperan reformar España con lo que les llegaría del exterior: “No nos queda ni ciencia indígena, ni política nacional, ni, a duras penas, arte y literatura propia. Cuanto hacemos es remedo y trasunto débil de lo que en otras partes vemos aclamado”.

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96

noviembre 10, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (96) por Roberto Brey

Madrid en el siglo XIX

96

La burguesía española y el realismo en el siglo XIX

Joan Oleza señala como característica del fin de siglo XIX, la atomización de las actitudes ideológicas, producto de la falta de “una verdadera y profunda revolución burguesa y la alianza con las clases dirigentes del antiguo régimen”, junto a una tímida proletarización en las urbes y a diferentes (latentes y/o incumplidas) revoluciones.

Oleza entiende que el proceso revolucionario europeo, que se inicia en Francia en 1789, donde la alta burguesía se define “como clase dominante indiscutida a partir de 1830, hasta el asalto de 1871, en el que el proletariado encuentra su propia vía revolucionaria…”, abarca casi un siglo, pero se concentra en el último cuarto del siglo XIX español. Considera así que esa atomización de actitudes ideológicas se verifica rápidamente en la novela realista española, que se desarrolla tarde (a partir de 1868) y que entra en crisis desde 1890, junto a la europea.

Desde esa perspectiva, caracteriza a los escritores españoles del período que presentamos aquí. Encuentra en Pereda “la nostalgia por una civilización preburguesa y su rechazo intransigente, en nombre de un autoritarismo patriarcal, del desarrollo histórico”. El asume que “expresa el punto de vista de una aristocracia a la que el poder le ha sido arrebatado y, negando el presente, se gira hacia un pasado concebido como idílica edad de oro”.

De Valera, dice: “Si por un lado acepta mantenerse cerca de la nueva realidad, por el otro sólo lo acepta a condición de mantener sus distancias, estetizándola y privándola de conflictividad, o de reservarse la libertad de escapar de ella hacia el pasado o el reino de la fantasía. Valera está tan lejos de la protesta crispada de l’art pour l’art como de la asunción interesada y ansiosa de conocer y de comprometerse de los realistas.”

A la Pardo Bazán la ve como “representante de una aristocracia dispuesta a pactar, asume la obligación de describir la realidad contemporánea de un modo realista, interesado en observar, conocer y dar sentido, legitimando así la nueva sociedad surgida de 1868”; y la describe con una “actitud, esencialmente mítica, la que marca su distancia con respecto a una ideología plenamente burguesa”.

De los tres, la Pardo Bazán sería la más cercana al realismo, porque: “Pereda ahoga el realismo a base de costumbrismo e idilio. Valera, por su parte, lo atemporaliza, lo sublima estéticamente y, por último, lo priva de capacidad conflictiva y dramatizadora.”

Para Oleza, entre Clarín y Galdós (que “cumplen la función, en nuestra novela realista, de manifestar el proceso ideológico de la burguesía española”) y los aristócratas Pereda y Valera, la Pardo Bazán “es casi un intermediario”.

“Lo que la novela en movimiento de Galdós expresa es nada menos que la historia de la ideología burguesa en España”, explica, aunque considera que oscila entre su “condena de la aristocracia como clase dirigente”, y “en su temor al desorden y a la explosión de las tendencias revolucionarias”. “El desencanto por la prostitución de la revolución y, al mismo tiempo, la imposibilidad de escoger cualquier otra opción desde su ideología burguesa, le llevan al naturalismo”, y “a la búsqueda de la verdad a partir de las intuiciones y los valores innatos del individuo”, opina.

Por último define así a Clarín:

“…es él el único al que podría calificarse como un característico hombre de izquierdas, el único que claramente posee una panorámica de los procesos históricos que se están desenvolviendo en la sociedad española. Su análisis del sistema de clases sociales es (en La Regenta) impecable: junto a la denuncia de una aristocracia aherrojada en sus privilegios y opuesta a todo cambio, el análisis de una burguesía que pacta con las clases dirigentes del antiguo régimen y traiciona sus propios intereses de clase, y de una pequeña burguesía impotente, no organizada y sometida desde el poder con ayuda de la Iglesia, y la final constatación de un proletariado que es mantenido al margen de la sociedad establecida, pero que, precisamente en esta marginación, encuentra su definición y se afirma en sus características de clase y en sus modos de vida, y que se sitúa como a la espera”.

“…su fe en la revolución de 1868, su adscripción al partido republicano, su aceptación del naturalismo como expresión del progresismo intelectual, su concepción del arte como instrumento de transformación de las sociedades, le sitúan en una posición mucho más activamente crítica que al resto de los grandes creadores de su tiempo… (pero) incluso en los momentos de mayor radicalización, es incapaz de escapar a una visión humanista del mundo. Los impulsos hacia un vitalismo neorromántico, la apología de los valores individualistas, una cierta actitud religiosa o deísta -en contraste agudísimo con la lucidez materialista de sus dos grandes novelas- un noventayochismo estetizante y, por último, las tentaciones espiritualistas de su última época lo sitúan, al menos en parte, en el proceso de evolución de la ideología burguesa.

Clarín, como el último Galdós, no se hace ninguna ilusión con respecto a la sociedad de su tiempo, pero a diferencia de Galdós, no cayó en la tentación de buscar la salida en una hipotética proyección social de los valores del individualismo burgués y cristiano, en algo equivalente a la filosofía del amor galdosiana.

Clarín llega a utilizar el realismo, como Flaubert y como Zola, desvinculándolo de los intereses culturales de la burguesía. Cuando la sociedad del capitalismo liberal entra en crisis, el realismo deja de ser la expresión artística de la ideología burguesa, tal como puede comprobarse en el giro subjetivista de los escritores burgueses o proburgueses de la época. Clarín, situado en el corazón mismo de la crisis, desplegará un esfuerzo inmenso por llegar a la síntesis entre el realismo, que no abandona, y las nuevas tendencias, que aclimatará en Su único hijo bajo la forma más cercana al realismo: el psicologismo.

Esta resistencia a abandonar el realismo puede tener muchas interpretaciones, pero lo cierto es que su muerte temprana cortó el posible desarrollo de su obra y no puede contestarse con un mínimo de rigor a la pregunta de cuál hubiera sido el sentido de su evolución posterior. Tal vez hubiera seguido el camino de Galdós y la Pardo Bazán (…) tal vez hubiera perseverado en su realismo, modificándolo hasta cierto punto y constituyéndolo en un instrumento que, a la espera de encontrar una nueva clase social a la que dirigirse, sirviera para el análisis, más crítico que nunca, de una sociedad que marchaba a grandes pasos hacia una total convulsión política, a la manera (sólo en ciertos aspectos) del último Zola o de Gorki.

Es preciso tener en cuenta que, frente a las direcciones espiritualistas e irracionalistas de la literatura burguesa a finales del siglo XIX, expresivas, a un tiempo, de la dinamita colocada subversivamente bajo la filosofía «positivista» ya caduca y de la búsqueda ideológica de una nueva filosofía burguesa (paralela a la búsqueda de soluciones de recambio para el modo de producción capitalista en crisis), el realismo contenía en sí elementos capaces de cobrar una nueva función ideológica.”

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91  92   93  94  95

noviembre 4, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (95) por Roberto Brey

95

Leopoldo Alas
(Clarín) (1852-1901)

Leopoldo Enrique García-Alas Ureña nació en Zamora, de una familia originaria de Oviedo (Asturias), donde estudió Derecho civil y canónico. En su casa, Asturias era el tema predominante y allí escuchó las historias que le gustaba contar a su madre. En 1871 tuvo que ir a Madrid para doctorarse y estudiar Filosofía y Letras. Ese paso fue duro para él, y lo comenta así: “…en aquel Madrid que me parecía tan grande y tan enemigo, en su indiferencia, para mis sueños y mis ternuras y mis creencias, encontraba algo parecido al calor del hogar… en el teatro y en el templo”. Y aclara que el teatro no era cualquiera, sino en el que hubiera poesía, y que en la iglesia “una multitud rezaba lo mismo que mis paisanos”.

Pero pronto pudo acostumbrarse a su nueva vida, se convirtió en periodista, como casi todos los escritores de su época, y al mismo tiempo en novelista, cuentista y crítico, e inició también su carrera docente en la universidad de Oviedo.

Fue considerado una de las grandes figuras de su época; como crítico literario y de costumbres fue demoledor, y por ello temido por sus colegas y los sectores más conservadores. Más allá del envejecimiento de algunos de sus ensayos y artículos, para Azorín (1873-1967), “lo que de Alas quedará incólume son sus novelas y cuentos”. “El cuento ha sido la forma natural de ese espíritu”, agregó.

Pese a los dolores que le trae la tuberculosis, continuó su trabajo sin descanso hasta su muerte, con una obra de la que Pérez Galdós destacó: “el interés profundo, la verdad de los caracteres y la viveza del lenguaje”.

“La Regenta” (1884) fue la más famosa, y más leída, de sus novelas, y también escribió “Su único hijo” (1890), “Cuervo” (1892) y “Doña Berta” (1892). Su gran producción de cuentos fue reunida en varias colecciones: “Pipo” (1886), “El Señor y lo demás son cuentos” (1893), “Cuentos morales” y “Doctor Sutilis” (1896), “El gallo de Sócrates” (1901).

En un artículo titulado «Los periódicos», publicado en El Español el 28 de octubre de 1899, confesaba Clarín: «De mí sé decir, que cuando se me pregunta qué soy, respondo: principalmente periodista» (cit. por Lissorgues, Clarín político I, 1989: 35)».

Cuenta el catedrático mallorquín Joan Oleza (1946), que en 1891 Clarín fue elegido para concejal republicano del Ayuntamiento de Oviedo en sufragio universal. Durante la reunión del acto de nombramiento Clarín permaneció callado, pero sus nervios se dispararon al escuchar de boca de otro concejal que leía el acta, un «haiga». El profesor se echó sobre él con tanta furia dialéctica que el concejal, avergonzado por las risas de sus compañeros y del público asistente, presentó inmediatamente su dimisión. Clarín intervino de nuevo y consiguió que retirase la renuncia.

Para Oleza, siguiendo a Baquero Goyanes, el rasgo más llamativo de Clarín es su dualismo radical “producto de la interacción constante de dos fuerzas: la exigencia de una lucidez crítica llevada hasta sus últimas consecuencias, y el rebrotar irrefrenable de unos impulsos vitales e irracionalistas incapaces de satisfacerse en el puro ejercicio de la inteligencia abstracta”. Su obra, dice, “es un oscilar constante: a un lado Su único hijo, muestra de la más implacable y sarcástica decisión de viviseccionar y desenmascarar hasta el final una sociedad de cartón piedra; al otro, Doña Berta, efluvio sentimental exaltador de los valores tradicionales del individuo frente a la civilización entendida como alienación.”

Mariano Baquero Goyanes (1923-1984 Filólogo, crítico literario y profesor), en un ensayo presenta a Clarín como el creador del cuento español.

“… es el caso típico del hombre que desborda su época, en la que sólo encuentra esquinada incomprensión, envidias, carencia de sensibilidad”, dice, y lo sitúa dentro de los escritores que “discrepando de su siglo, parecen estar de vuelta de todo, avizorando e intuyendo los gustos venideros”, en contraposición a “los escritores más atentos y esclavizados a la fugaz moda de su tiempo…”

Por algo Clarín decía de los siglos, que procuraría “meter la cabeza en el que viene, y si me gusta más que éste, seré del otro…”

Goyanes considera a Leopoldo Alas un precursor del noventaiochismo, y dice que Unamuno (la generación del 98 y sus escritores se verán más adelante), le llamaba uno de los educadores de su mente y creía tener con él afinidades de temperamento y educación. El propio Azorín, dice, “estudia a Alas, como a un escritor excepcional en su época, distinto a sus contemporáneos, a los que superó cualitativamente”.

Claro que «Clarín» sigue siendo un escritor impopular, “lucha contra su tiempo con dos armas que, a veces, se hacen una sola: con la crítica satírica, exenta de toda adulación, violentamente sincera; y con aquella otra parte de su creación literaria, rebosante de humanidad, de comprensión”.

Goyanes considera al cuento como un eslabón entre la novela y la poesía, un “trozo de vida captado con toda su palpitación (…) está libre de los peligros que acechan a la novela, más ligada a lo efímeramente circunstancial”. Y para él

Clarín cumple con esos requisitos, con sus cuentos “predominantemente poéticos”. Elogia particularmente a “El dúo de la tos” (de la serie Cuentos morales) que produce “sensaciones de musicalidad”, donde la tuberculosis, esa trágica enfermedad de la época, es tratada “de la más poética forma posible”: “sin descripción de los protagonistas (…) sin diálogo, con la sola doliente palpitación de las toses enfermas en la noche”.

Goyanes dice que para Clarín los cuentos debían ser objetivos, pero “no era un narrador puro e impasible, sino un intérprete apasionado de la vida, sentida y expresada con violencia, con amor”.

Los cuentos de Clarín son: “el mejor ejemplo de lo que debe ser el cuento español, tierno, pasional y vibrante, pero sin excesos ni efectismos”. Por eso, dice: “el mejor Clarín no es el crítico, ni aun el novelista, sino el creador de unos cuentos que por su belleza, su gracia y su humanidad han de quedar como el mejor exponente de las letras españolas de finales del siglo XIX”.

¡Adiós, Cordera! Se puede leer en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/adios.htm

Benedictino en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/benedic.htm

Dos sabios en;

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/sabios.htm

El dúo de la tos en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/duo.htm

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91  92   93  94

octubre 28, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (94) por Roberto Brey

94



Emilia Pardo Bazán: realismo y feminismo

Pardo Bazán constituyó un fuerte valor en la literatura española, tanto por su obra como por su labor crítica y social. De entre sus opiniones, es interesante rescatar su exigente visión de la actividad crítica, que desarrolla en el artículo «Ultimas modas literarias», de la revista “La España Moderna”, 1890:

“Crítico desorientado será el que o se empeñe en galvanizar formas caducas, o coadyuve a los errores del gusto público en su época, o sin norma ni ley interior evolutiva, juzgue a capricho, empíricamente; crítico de orientación parcial, el que sienta profundamente un período, un aspecto de la belleza literaria o artística y no pueda entender los restantes, y, por último, crítico, armónico o de orientación total será únicamente el que, remedando uno de los más sublimes atributos de la Omnipotencia, tenga el don de comprender lo pasado, discernir lo presente y augurar lo futuro.”

Decía el crítico Eugenio D’Ors (1882-1952) que Emilia Pardo Bazán “en lo íntimo y esencial de su mente y de su producción, no fue novelista. Fue periodista. Periodista, la más distinguida, en el más excelente sentido del término. Agitadora de ideas, más que imaginadora de fábulas; comentadora de actualidades del espíritu, más que narradora de peripecias de la acción”.

Otra de las características que se marcan en Pardo Bazán es la importante influencia que ejercieron en ella los escritores rusos. Estudiosa y crítica de esa literatura, ella misma cuenta: “Estoy en el corazón de Rusia. Quiero hacer un estudio sobre esa extraña y curiosa literatura (…) En España creo ser una de las pocas personas que tienen la cabeza para mirar lo que pasa en el extranjero. Aquí, a nuestro modo, somos tan petulantes como pueden serlo los franceses…”

Algunos de los escritores que analiza son Turguénev (ver Cap. 23) de quien dice:

“No es mérito exclusivo de Turguénev el poner al lector en contacto con el mundo invisible, pues todos los grandes novelistas rusos poseen esta cuerda en su lira: mas Turguénev lo hace de un modo tan exquisito, con tal poesía, que alcanzando a producir en la imaginación el eretismo indispensable para la visión evocada por el novelista surja, él permanece sereno, en actitud de contemplar el extraño fenómeno psíquico”.

También se refiere a Goncharov, Dostoievski y Tolstoi, a quienes analiza y difunde en España (ver capítulos 68 y 70 a 79).

La estudiosa contemporánea española, Mercedes Etreros, explica: “hay un momento en la obra de Pardo Bazán que la crítica denomina ‘segunda manera’, ‘otra manera’; de hecho está muy claro que, a partir de 1905, año en que publica “La quimera”, doña Emilia escribe dentro de unos cánones que la historia de la literatura francesa conoce como psicologismo, y que antes de 1884, en La Tribuna, por ejemplo, el influjo del naturalismo es decisivo. Sin embargo, existen unas obras intermedias de más difícil clasificación, escritas en unos años que Valera Jácome denomina ‘Período de basculación estética’.”

La misma crítica cuenta en sus estudios que aunque Dostoievski fascina a Bazán, y había leído intensamente a Tolstoi, “en ninguno de ellos atisba el alcance de las innovaciones que sus obras aportan”.

También opina: “lo que doña Emilia asimila a partir de aquellas lecturas es una nueva manera de concebir su relación, en cuanto narradora, con los personajes; y, por otra parte, y como base de lo primero, la importancia del fenómeno psicológico mental como elemento novelable”.

Y finalmente, traza un paralelo con dos declaraciones:

En 1883, Dostoievski escribe en su cuaderno de notas: «Me llaman psicólogo; esto no es cierto; yo soy tan sólo un realista en el sentido superior, es decir, represento las profundidades del alma humana». En la novela rusa de Pardo Bazán se lee: «Hace tiempo que pienso y escribo que el realismo, para realizar debidamente su programa ha de abarcar materia y espíritu, tierra y cielo, admitiendo lo humano y lo sobrenatural». Y hay un momento, tal vez, en que el psicologismo mecánico de las leyes tainianas -herencia y medio- han dejado paso a lo incomprensible y a las respuestas inexplicables de la mente humana.

No sin afán de seguir comparando, la intelectual argentina Alicia Jurado (1922- nieta de Isaac Fernández Blanco), establece otro paralelismo con Victoria Ocampo:

“El asombro que hoy nos produce doña Emilia, condesa de Pardo Bazán, se debe sobre todo al hecho de haber nacido en España y a mediados del siglo XIX, un país y una época en que las mujeres tenían poca instrucción y se les negaba la posibilidad de adquirirla. No puedo dejar de pensar en la similitud de esta escritora ilustre con nuestra Victoria Ocampo: ambas nacidas en familias de linaje y de buena posición, ambas sedientas de conocimientos y autodidactas; ambas vinculadas con los hombres famosos de su época, fundadoras de revistas, grandes viajeras, amantes de la naturaleza, defensoras de los derechos de la mujer, promotoras de cultura, escritoras de primera línea -Victoria, sólo ensayista; Emilia, destacada sobre todo como narradora-, ambas ofreciendo sus casas para realizar tertulias literarias. Una ventaja le tocó en suerte a Victoria, la de entrar en la Academia local de Letras, cosa que le fue imposible lograr a la española.”

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91  92   93

octubre 23, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (93) por Roberto Brey

93



Oleo de Pardo Bazán

Otros escritores españoles


Armando Palacio Valdés (1853-1938)

Si bien la obra de Valdés pertenece tanto al siglo XIX como al XX, a él se lo suele ubicar antes de los llamados escritores de la “generación del 98”, que se analizará más adelante. Su estilo realista-costumbrista lo coloca en esta etapa de transición, y su mayor vinculación con los que le seguirán será su preocupación por lo social desde una visión liberal.

Su escritura es reconocida por sencilla y amena, de fino humorismo, con personajes muy bien creados, en particular los femeninos, y con un optimismo no muy frecuente en España.

Entre su Asturias natal y Madrid girará el ambiente de sus obras. Estudiante de derecho, pronto abandonó la carrera para dedicarse al periodismo y en 1876 pasa a dirigir la Revista Europea. Su primera novela, la más floja, “El señorito Octavio” es de 1881 y la más famosa y reconocida es “La hermana San Sulpicio” (1889), que trata de los amores de una joven que quiere ser monja, y transcurre en Asturias. De la novela llegaron a hacerse dos películas, una de 1927 interpretada por Imperio Argentina y reeditada en 1934, y otra de 1952 donde actuaba Carmen Sevilla.

A diferencia de Galdós, Valdés sí escribió numerosos cuentos, siempre dentro del estilo que lo caracterizaba.

Cuentos de Palacio Valdés se pueden leer en: http://www.gutenberg.org/files/30053/30053-h/30053-h.htm

Fernán Caballero (1796-1877)

Era una mujer llamada Cecilia Böhl de Fáber nacida en suiza, con infancia en Alemania. En 1822, ya viuda, se casa y fija su residencia en Sevilla, enviuda nuevamente y vuelve a casarse, para quedar viuda definitivamente y terminar sus días en su amada Sevilla a la que retrató en toda su obra.

Su propósito manifiesto fue pintar la vida y costumbres de España. “La gaviota” (1849), que inicia la novela realista y regionalista en España, relata la triste historia de una chica que termina en la soledad y la miseria.

Dentro de sus obras hay también cuentos para grandes y chicos y una importante recopilación de relatos, adivinanzas, refranes y costumbres populares.

Muchos de estos últimos pueden leerse en:

http://es.wikisource.org/wiki/Cuentos,_adivinanzas_y_refranes_populares

Padre Luis Coloma (1851-1915)

Luis Coloma Roldán nació en Jerez de la Frontera, fue discípulo y biógrafo de Cecilia Böhl de Fáber y muy reconocido en su época, pero está considerado más observador que escritor, con varios relatos históricos, novelas y cuadros de costumbres, teñidos muchas veces de intenciones moralizantes. Su mayor obra, para el profesor Estrella Gutiérrez, es su polémica novela “Pequeñeces” (1891), “en la que describe la sociedad de Madrid y sus vicios”. Emilia Pardo Bazán fue uno de los defensores de esa obra, mientras que Juan Valera la consideraba más un sermón que una novela o una sátira.

A él se le atribuye la popular historia El ratoncito Pérez, nacido cuando escribió un cuento a pedido, por el diente que se le había caído a Alfonso XIII cuando tenía ocho años.

Pequeñeces puede leerse en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p281/02483874212026385976613/index.htm

El ratón Pérez ilustrado en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p281/12708301125618273432435/index.htm

Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

Nacida en La Coruña (Galicia), de origen noble, heredó el título de condesa. Reconocida por su talento precoz, a los 17 años, luego de su casamiento, se radicó en Madrid, viajó por Europa y aprendió varios idiomas que le permitieron leer a los escritores extranjeros. Fue profesora universitaria, defensora de la igualdad de la mujer, periodista (publicó cerca de dos mil artículos) e iniciadora del naturalismo en España. Galicia estuvo reflejada en su obra, en particular en “Los pazos de Ulloa” (1886). La anterior, “Un viaje de novios” (1881), está considerada la primera novela naturalista española.

Su labor intelectual y social fue muy intensa, extendiéndose a una vasta labor periodística con innumerables artículos sobre crítica literaria. Sus cuentos y relatos fueron más de 500, muchos dedicados a la campiña gallega. Llegó a ser consejera de Instrucción Pública y directora de la Biblioteca de la Mujer, una revista de su creación.

Claro que su camino no fue del todo sencillo. Sus artículos sobre Emilio Zola y sobre la nueva novela francesa, en 1882, le trajeron algunos disgustos; se produjo todo un escándalo social, y su propio marido le pidió retractaciones y que dejara de escribir, lo que ella no aceptó, y finalmente se separaron en 1884. Su cercanía intelectual con Pérez Galdós se transformó luego en un romance que duraría alrededor de veinte años, con intermitentes infidelidades, de parte de ella.

De 1891 a 1893 escribió ella sola una revista literaria, El Nuevo Teatro Crítico, pero no se limitó a un tipo de escritura, sino que supo abordar otros estilos ajenos al naturalismo.

Cuentos trágicos (selección) se pueden leer en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/67926289873469451265679/p0000001.htm#I_2_

Cuentos dramáticos (selección)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01371074988922658540035/p0000001.htm#I_1_

Cuentos de amor (selección)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12148301929030495210435/p0000001.htm#I_1_

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91  92

octubre 18, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (92) por Roberto Brey

92

Benito Pérez Galdós (1843-1920)

Considerado el más grande novelista español del siglo XIX y uno de los mayores del mundo, su estilo realista le dio un impulso especial a la narrativa española. Además, su obra monumental abarca toda la vida social y política de la época como un gran fresco sobre las cambiantes vicisitudes de España y el espíritu de su gente. Toda España y todos sus sectores sociales son representados en sus más de cien obras. La descripción de personajes y situaciones no salían sólo de su imaginación; desarrolló al máximo sus dotes de observador y supo investigar en documentos y en testimonios directos los hechos que relata con fidelidad y realismo en toda su obra, particularmente en los “Episodios nacionales”. Estrella Gutiérrez habla de un “mundo galdosiano”, lleno de personajes verdaderos, con diálogos que parecen copia fiel del natural.

Nacido en las islas Canarias e hijo de un oficial del ejército, desde chico mostró aptitudes literarias, estimuladas tal vez por las historias militares que le contaba su padre.

De muy joven, y como tantos escritores de la época, empezó a colaborar con periódicos de Madrid, adonde se había trasladado para estudiar derecho, publicando poesías, ensayos y algunos cuentos. Poco después viajó a Francia, donde quedó impresionado por la novela naturalista, que lo estimuló para realizar su primera obra de ese carácter: “La fontana de oro” (1868).

El mismo Galdós separó a sus novelas en tres grupos: de la primera época, que incluye la ya mencionada, que relata los episodios de la revolución de 1820 y el trienio liberal, se destacan “El Audaz” (1871), con la misma temática; “Gloria” (1877), la más representativa del grupo; la más famosa “Marianela” (1878), retrato de una pobre, ignorante, fea y desgraciada muchacha.

El segundo grupo responde a “Episodios nacionales”: 46 novelas que relatan en forma amena la historia de España en gran parte del siglo XIX.

El tercer grupo, las novelas contemporáneas, incluye a “Fortunata y Jacinta” (1887), la historia de la mujer y la amante de Juanito Santa Cruz, donde describe a la pequeña burguesía madrileña, su obra maestra, según Menéndez y Pelayo, “por el calor de humanidad que hay en ella; por la riqueza del material artístico allí acumulado”.

También se puede recordar a “Nazarín” (1895), la historia de un sacerdote dispuesto a hacer el bien bajo cualquier circunstancia, aunque los resultados no sean los deseados, inolvidablemente llevada al cine por Luis Buñuel; o “Misericordia” (1897), la historia de una criada que llega a los mayores sacrificios, muestra la vida de los sectores más humildes de Madrid, con una visión crítica de las clases altas y de la Iglesia.

Lamentablemente Galdós produjo muy pocos cuentos, los que acá se muestran y uno o dos más.

Es interesante conocer cómo veía Galdós la situación de España en 1889, en este fragmento de un discurso leído ante la Real Academia Española:

“Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (…). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos.”

Galdós muere pobre y sin recursos el 4 de junio de 1920, luego de haber quedado ciego y habérsele negado el premio Nobel –tal vez por su anticlericalismo- en 1912, pero con el reconocimiento de sus coterráneos demostrado en diferentes homenajes, en la multitud que acompañó su entierro, y en el creciente valor que el mundo le fue otorgando a su obra.

¿Dónde está mi cabeza? (cuento) se puede leer en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01361642088915408423802/p0000001.htm#I_1_

El don Juan en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/donjuan.htm

Rompecabezas en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/rompeca.htm

La Fontana de Oro en:

http://www.gutenberg.org/cache/epub/11070/pg11070.html

Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91

octubre 13, 2011 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario