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El cuento: origen y desarrollo (128) por Roberto Brey

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Literatura China


Los cinco libros primitivos
Es en la época clásica o primitiva donde se menciona la aparición de los libros más antiguos, que pueden ser considerados literarios, los llamados King o libros canónicos, que constituyen la base del conocimiento tomado del budismo y de las enseñanzas de Confucio (551-479 a. C.).
Los cinco libros clásicos fueron recopilados y comentados por Confucio:
1 «Shang Shu» -Shu Ching-, Libro de Historia.
2 «Yijing» -I Ching-, Libro de Cambios o de Mutaciones, o libro de adivinaciones.
3 «Shijing» -Shih Ching-, Libro de Canciones o de Odas.
4 «Li Ching» -Lijing-, Libro de Ritos.
5 «Chunqiu» -Ch’un Ch’iu-, Anales de Primavera y Otoño.
No son las únicas recopilaciones de antiguos conocimientos, pero han sido la principal guía para el desarrollo religioso y condujeron por siglos la vida de los chinos.
El Libro de la Historia, «Shang Shu», contiene unos veinte artículos sobre la historia de las dinastías Shang y Chou, y describe hechos y acontecimientos con sus personajes, diálogos y actividades. Allí se dice, por ejemplo: «Yao sabe usar su sabiduría y su moralidad para armonizar sus relaciones. Cuando sus relaciones familiares son armoniosas, puede distinguir claramente los buenos de los malos funcionarios en el seno de una alianza tribal. Cuando la calidad de un funcionario es conocida, unifica los reinos de diferentes señores feudales».
Se describe un mundo donde todo era armonía y la vida era próspera y feliz, y donde se trabajaba “después de la salida del sol” y se descansaba “después de su puesta». Era la sociedad ideal según el confucionismo. Para que se viviera en armonía, los antiguos decían: «Utilizar la sabiduría y la moralidad para que la gente viva en armonía». La sabiduría y la moralidad lograban la obediencia del pueblo.
El texto más antiguo es el «Yijing», Libro de Cambios, y acerca de su origen, dice el apéndice de la obra:
«Antiguamente, cuando Páo Hsi -Fú-Hsi- llegó a gobernar todo aquello que se encontraba bajo los cielos, elevando la mirada contempló las brillantes formas que exhibían las alturas, y al bajarla observó las que le mostraba la tierra. Contempló las ornamentales apariencias de las aves y de las bestias, y las diferentes propiedades del suelo. Descubrió que las cosas existentes dentro de su persona eran las mismas que aquellas que la distancia le permitía contemplar. Entonces ingenió los ocho trigramas, para mostrar plenamente los atributos de las operaciones inteligentes y espirituales producidas en secreto, y clasificar las cualidades de las innumerables cosas».
Existen otras teorías sobre el origen del libro, que en definitiva representa una cosmovisión donde aparecen el Yin y el Yang, los dos principios básicos del universo según el antiguo pensamiento chino. Confucio añadió los apéndices al libro, que sirven de ayuda para la comprensión del texto. El «Yijing» sigue siendo un libro de consulta compuesto por sesenta y cuatro textos, cada uno de los cuales explica un dibujo diferente formado por seis líneas superpuestas, y la combinación de texto y dibujo, multiplicados sesenta y cuatro veces, es un oráculo que puede ser utilizado en todos los órdenes de la vida.
También el libro es considerado como un largo poema circular, estructurado sobre sesenta y cuatro textos cuyos temas representan la transformación de las cosas que forman el universo o una descripción del cambio -la mutación- presentado como la verdadera imagen de lo real.
Según John Blofeldo, traductor del texto al inglés y a quien se debe la denominación de «Libro del Cambio», el aspecto más interesante de la obra es la forma en que unas cosas se van transformando en otras, siguiendo los principios ordenadores de la realidad.
El texto fue utilizado por muchos y de diversas formas: desde quien afirma que  la estrategia del líder revolucionario que llevó adelante durante el siglo XX la creación de la República Popular China, Mao Tse Tung, fue una mezcla de dialéctica marxista-leninista y obediencia a los dictados del Yijing. Hasta casos como el del músico John Cage, que realizó sus composiciones poético-musicales siguiendo la estructura del libro.

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julio 10, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (127) por Roberto Brey

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Algo de historia China


El historiador Chou Ku-cheng cuenta que 2.500 años antes de Cristo, los primeros pobladores se extendieron en las fértiles llanuras que existían entre las márgenes de los ríos Amarillo y Yangtsé; y de vivir primero de los frutos y de la caza, rápidamente pasaron a cultivar sus propios alimentos; fundamentalmente cereales, y animales que supieron domesticar: vacas, cerdos, venados, ovejas, entre tantos.
En el Li Chi, (o Li Ching) Libro de los Ritos, escrito hace más de 2.000 años, se cuenta:
… «El Estado era una comunidad de todos. Los más capaces y hábiles eran elegidos y recomendados como jefes. La gente no sólo amaba a sus propios padres sino también a los padres de los demás. Criaban no sólo a sus propios hijos, sino también a los de otros. Los viejos podían vivir sus últimos años en paz. Había trabajo para todos los que estaban capacitados para hacerlo. Se cuidaba a todos los solteros, viudos, huérfanos inválidos.» Esto, aunque de dudosa exactitud, refleja en parte el modelo primitivo de la vida social china.
El desarrollo posterior, durante los siglos en que dominó la dinastía Sia o Xia (XXII al XVIII a C.) y luego la Shang (XVII a XI a C.) mostró las divisiones de clases que se sucedieron; surge el régimen esclavista y la utilización de seres humanos para mantener a las clases dominantes; aparecen las primeras monedas, se crea el primer sistema numérico (indispensable para las mediciones de tierras, determinar calendarios para la agricultura), y se desarrolla la escritura, que pasa de la representación de objetos a la expresión de ideas y relaciones.
Con el paso del tiempo, alrededor del 1100 a  C., es derrocada la dinastía Shang y se inicia el dominio de la Chou o Zhou, que duraría hasta el 200 a  C., durante el cual se desarrollaría el sistema feudal, con estados vasallos y múltiples categorías dentro de ellos. Aún para los siervos no esclavos, el sistema social era peor que el de la época de los siervos de la gleba de Europa. Los cultivos se diversifican, y aparece la morera (alimento de los gusanos que producirían la seda), entre otros.
Según el Li Chi:
«Los cultivos de tres años aseguraban una reserva para un año de consumo adicional, en tanto que el cultivo de nueve años producía una reserva para tres años más»
Aún con las dudas lógicas sobre esa afirmación, se cree que los cultivos permitían no solo satisfacer las necesidades los productores, sino que producían sobrantes, lo que permitió el desarrollo de las artesanías y el comercio.
Fue por los años que van de 722 a 480 antes de Cristo, conocidos como el Período de la Primavera y el Otoño, según la crónica histórica escrita por Confucio, cuando se producen grandes cambios sociales. Nobles contra sus señores, mercaderes que llegan a tener más poder que los nobles; diversas luchas internas, derrocamientos de señores, y las tierras apropiadas por los señores vencedores.
Las divisiones se superan con la llegada al poder de la dinastía Chin o Qhin (221-206 a  C.), se unifica el lenguaje escrito y culmina el desarrollo de las corrientes filosóficas; y se construye la Gran Muralla China, a instancias del líder Chi Shi Juang.
Mientras ocurría ello, se sucedían las guerras con los pueblos fronterizos, con las pesadas cargas impositivas correspondientes.
Cuenta Ku-cheng: “el comercio del hierro y la sal, antes tan lucrativos para los mercaderes, pasó a ser monopolio del Estado y éste monopolizó la reventa, a precios más altos, de artículos que en algunas partes del país se vendían a precios bajos. Los campesinos fueron enrolados en el ejército en cantidades enormes, quedando así muchas tierras sin cultivar. La pobreza se hizo tan aguda y general que creó un estado de crisis.
A comienzos del siglo I, Wang Mang, un hombre emparentado con la familia imperial, cuyos hermanos eran todos altos funcionarios militares, pero que, según se dice, era pobre y se sentía afectado por los sufrimientos del pueblo, surgió con un programa de reformas. En el año 9 de nuestra era derrocó al emperador, subió al trono y trató de poner en práctica sus ideas.”

Y esas ideas, durante los veinte siglos siguientes seguirían siendo consideradas revolucionarias. La primera fue ordenar que toda la tierra se convirtiera en propiedad imperial para que fuera re dividida. Como paso hacia la emancipación de los esclavos, se prohibió su compra y venta. Había que cultivar la tierra; el que no lo hiciera debía pagar impuestos triples. Funcionarios estatales vigilaron los precios al público para que no hubiera abusos; se establecieron impuestos a las principales actividades industriales y comerciales; y con esos fondos se hacían préstamos a los pobres o a los que montaban pequeñas empresas…
“Estas reformas no fueron, sin embargo, totalmente llevadas a cabo, porque las sabotearon los poderosos terratenientes-funcionarios encargados de hacerlas cumplir. La crisis continuó sin solución. El nivel de vida no mejoró y estallaron revueltas campesinas de gran envergadura”, explica Ku-cheng.
Y continuaron las guerras y las nuevas divisiones, a las que se agregaron luego las invasiones de los mongoles, entre otros pueblos nómades.
Se sucedían diferentes gobernantes y dinastías, con derroche y crecimiento artístico por un lado y sufrimientos permanentes para las clases trabajadoras que conducían a constantes  revueltas campesinas por otro, al tiempo que se va produciendo la asimilación de los invasores.
Por fin se produce la unificación de China durante la dinastía Sung o Song, a partir del año 979 de nuestra era y que duraría 300 años hasta la llegada de los mongoles, que sometieron a los chinos por 100 años, aún con grandes resistencias populares en todo el territorio.
Finalmente, para esta breve reseña, el éxito en la lucha contra los mongoles correspondió a Chu Yuan-chang, quien había sido durante su juventud monje mendigo, y subió al trono como fundador de la dinastía Ming (1368-1644). Sobre esto cuenta Ku-cheng:

“Por un lado Chu Yuan-chang tomó medidas para restaurar la producción agrícola y, por el otro, estableció una monarquía despótica mediante una alta centralización del poder político y militar. Ya consolidado, despachó enviados a los países vecinos, tales como Corea, y las islas Liu Chiu, en el este, y como Champa (en la actual Indochina), Siam, Cambodia, Java y Borneo, en el sur.
Durante la dinastía Ming se amplió enormemente el comercio con países extranjeros (…) En respuesta a la buena voluntad de los emperadores Ming, más de cincuenta países del sur de Asia mandaron representantes comerciales a China, según consta en las Crónicas Ming. También llegaron enviados del Imperio Bizantino, Holanda e Italia. De 1405 a 1430, grandes flotas, dirigidas por el famoso navegante Cheng Je, hicieron siete viajes al sureste de Asia y a los mares Indico y Arábico. Se establecieron relaciones comerciales con más de treinta países, entre los cuales se contaban algunos del Golfo Pérsico y algunos de la costa oriental de África.”
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julio 2, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (126) por Roberto Brey

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Ahora le toca a la China

 
Si bien la literatura de China no tiene los antecedentes de la surgida en la Mesopotamia (ver capítulo 115), algunos estudiosos dicen que las tradiciones orales semi literarias provienen de 3.000 años atrás. Tampoco es posible considerar “literatura”, como algunos insinúan, a los primeros escritos en huesos y caparazones de tortugas, posteriores al siglo XIV a C. Aquellos, más que la transcripción de un lenguaje oral, fueron los primeros intentos por trasladar gestos y sonidos guturales, a partir de necesidades concretas.
 
Muchas de las leyendas de épocas antiguas consideran a la escritura como un regalo de los dioses, cuando en realidad quedó establecido que la creación de la escritura moderna es producto de un largo proceso (de más de 5.000 años) debido al esfuerzo del hombre por poner por escrito, de la manera que podía y de acuerdo a las diferencias culturales de cada lugar, todo aquello que procuraba conservar de su grupo, particularmente la descripción contable de sus pertenencias. De alguna manera surge de una ‘necesidad’ práctica por encima de cualquier ‘deseo’ de entretenimiento o de placer estético o artístico.
 
Mal podríamos tampoco diferenciar por la escritura un determinado nivel de desarrollo en algún pueblo (ver capítulo 111). En algún momento Jean-Jacques Rousseau (1673-1712) planteó este tema al considerar las diferencias entre tres maneras de escribir: la que describe ideas, como los jeroglíficos egipcios y los glifos aztecas; la que representa proposiciones por medio de caracteres, como la china; y las palabras compuestas por un alfabeto. En su “Ensayo sobre el origen de las lenguas” de 1817, Rousseau explica:
 
“Estas tres maneras de escribir responden con bastante exactitud a tres estados diferentes bajo los cuales se pueden considerar la naciones constituidas por los hombres. El dibujo de los objetos corresponde a los pueblos salvajes; los signos de las palabras y de las proposiciones a los pueblos bárbaros; y el alfabeto a los pueblos civilizados.”
 
Es evidente que esta visión es no solo discriminatoria, sino también equivocada.
Dos siglos después, Claude Lévi-Strauss (1908-2009) relata una anécdota de cuando fue profesor de la Universidad de la Sorbona de París, en una cátedra que se llamaba: “Religiones de los pueblos no civilizados”, a la que dispuso cambiar de nombre para no ofender a sus alumnos; eligió el de “Religiones de los pueblos que no cuentan con escritura”, con lo que al decir del ya mencionado estudioso Luis-Jean Calvet, cae en una utilización de los términos “no civilizados” y “sin escritura” como sinónimos.
 
Al principio se hacía mención a que en la antigüedad se percibía a la escritura como un don, un regalo, y  no como el ingenio de los hombres desarrollado y perfeccionado a través de miles de años. Y es bueno señalar que esta convicción existía también en China. Según el célebre Shuo wen jie zi de Jiu Chen,  publicado en el siglo I de esta era, fue Chan Ji, enviado de Huang Di (el “dios amarillo”), quien en el siglo XXVI a. C., se inspiró en las huellas de diversos animales para inventar una escritura a partir de las diferentes marcas que dejaban. Esto en China, con esa escritura. Si pensamos en otras regiones con otros mitos, vemos que los dioses son diferentes y tienen variadas maneras de inventar las diversas formas de escritura, de las que se valió antes y que sigue utilizando el hombre hoy.
 
En la China Primitiva

Muchos estudiosos hablan de escritura clásica que, como se dijo antes, no es lo mismo que literatura. Este período se extiende hasta principios de nuestra era, y esa escritura fue extendiéndose hacia territorios vecinos, fundamentalmente como difusora del budismo. En realidad, una versión del budismo, que ya en años anteriores se había introducido en China desde la India. Claro que, tenía sus diferencias. Como cuenta Calvet, además de los textos base: los sutras (especie de aforismos dictados por Buda) y las obras de metafísica traducidas al chino, el budismo chino contaba con biografías de monjes, comentarios, glosas, etc., escritos directamente en chino. Al extenderse estas obras por Corea, Vietnam, y luego Japón, no sólo se propagaba la religión, sino también la escritura, que fue adaptándose luego en cada país. Hablamos ya del siglo III en adelante, de nuestra era.
 
Es conveniente señalar acá que la escritura en China significó también un paso importante para entenderse mejor en  medio de la diversidad lingüística que la caracterizaba. Aún en esta época se hablan una cincuentena de lenguas minoritarias, por parte de un 5% de la población (lo que representa para la actual China nada menos que 52 millones de personas). Además de ellas, según determinó el especialista Maurice Coyaud en 1969, existen las lenguas mayoritarias que son siete. Seis pertenecientes al sudeste y otra, el mandarín, compuesta por tres dialectos. 
 
 
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junio 29, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (125) por Roberto Brey

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Literatura árabe (continuación)
 
Cuentos
 
Según González Palencia, en su Historia de la Literatura Arábigo-Española, existen infinidad de cuentos medievales sacados de Las Mil y una noches, como “Clemades y Claramunda”; “Historia del mancebo que vivía en Córdoba”; “El lazo, el pájaro y el cazador”; “El alcazar de oro”; “La ciudad de latón”, etc. Todo ello probaría que la colección circulaba en España mucho antes de la traducción de Galland (ver Cap. 123).
 
Incluso varios autores señalan que son muchos los cuentos de Las Noches que se ven reflejados en la literatura española, como el de los amantes que mueren de dolor, como “Los amantes de Teruel”, o el mismo Cervantes que utiliza uno de ellos en su obra “El viejo celoso”, o “El retablo de las maravillas” repetido por Don Juan Manuel. O la leyenda que inspiró a Zorrilla en sus “Recuerdos de Valladolid”, sacada del cuento “La justicia de Dios”; y varios que se encuentran en “El Decamerón”.
 
Las 1000 y una noches, dice Gómez Renau,  es “erótica, estética, descriptiva, retórica y mágica que contiene cuentos picarescos y descocados, llenos de un sentimentalismo remilgado, y una obscenidad cruda (…) en ella están retratados, con gran realismo la picardía y la malicia humanas, porque la realidad de Las Noches es cruel: califas que deciden crucificar a sus visires por cosas nimias, cortar las manos a los ladrones y después cauterizarles el muñón con agua hirviendo; se castra a los eunucos por doquier, se rebanan orejas, a las mujeres se las azota, son pateadas, degolladas, narcotizadas, raptadas, esclavizadas. Pero al lado de todo eso aparecen historias de gran amor, donde se recogen todas las clases de amor a través de la cultura árabe.
Hay en esta obra panes machistas pero también feministas, ya que la heroína de las Noches es una mujer elocuente e intrépida, aunque en un mundo misógino y sexista y que según Vernet se debe a la cultura de Indochina donde era una sociedad fuertemente matriarcal.
A través de todos los cuentos podemos percibir toda la cultura de Oriente: relatos de caballería, cuentos ejemplares y didácticos, fragmentos esotéricos y místicos, es decir todo lo que encierra la literatura de adab del mundo árabe.
Concluyendo, la sola mención de esta obra nos evoca un mundo de magia y fantasía y ese aspecto si se lo debemos a Galland que aunque no fue muy fidedigno en su traducción, resaltó los aspectos más fabulosos de la obra.”
 
La influencia de los cuentos orientales no se acaba en el siglo XIII y XIV ya que más adelante aún se encontran vestigios en escritores españoles, como el que aparece en uno de los cuentos más populares de la literatura española: De lo que conlescio a un omne que por pobreza et mengua de otra vianda comia altíamuzes” de D. Juan Manuel y que posteriormente utilizó Calderón en su obra La Vida es Sueño. Se buscaron las fuentes de este cuento en la literatura clásica y medieval pero no se tuvo éxito hasta que –informan los investigadores- el insigne arabista Femando de la Granja encuentra su calco literal en una historia arábigo-española del siglo X: Al Mugrib ji2 hillá /-magrib del autor árabe Ibn Sa’1d Ibn Sa’1d. Es tema de un episodio autobiográfico de ‘Abd al Rahmán al Qanázi’T inserto en una obra perdida de Ibn Ba~kuwal y recogido por Ibn Sa’td en la obra autobiografica antes citada.
 
La traducción del cuento es la siguiente: “Dijo (Al Qanázil): Estando en Egipto presencié la fiesta con las gentes que se marcharon a comer lo que tenía preparado, mientras yo me dirigía al Nilo. No tenía otra cosa para romper el ayuno que unos pocos altramuces que me habían sobrado en un pañuelo.
Descendí a la orilla y me puse a comerlos y a arrojar las cáscaras a mis pies, diciendo para mis adentros ¿habrá en Egipto, en esta festividad alguien en peor situación que yo? Pero apenas levanté la cabeza vi ante mí a un hombre que recogía las cáscaras de los altramuces que yo tiraba. Comprendí que aquello era un aviso de Dios -honrado y ensalzado sea- y le di las gracias.

¿De dónde pudo haber leido D. Juan Manuel este cuento?, pues aunque parece ser que sabía algo de árabe es improbable que conociera bien el clásico.
Bien pudo habérselo traducido un moro bilingüe, o pudo pasar en latín o romance a algún libro que no ha llegado a nosotros. Sabemos que muchas obras de la literatura árabe fueron destruidas, pero las historias corrían de boca en boca, y eran relatadas oralmente por algún juglar.
 
Pero donde el cuento alcanza su máxima consideración y difusión es con Calderón de la Barca:
 
“Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de las hierbas que cogía
¿Habrá otro (entre sí decía)
más pobre y triste que yo?
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que el arrojó”.

Esta versión de Calderón es más aproximada a la del cuento árabe que la de D.Juan Manuel. En la obra de este último el protagonista es un rico venido a menos y en la de Calderón, al igual que en la de Al Qanazi’T, es un sabio. Don Juan Manuel conserva los altramuces y en cambio en Calderón, son hierbas, lo que podría ser, según E. de la Granja, porque la palabra altramuces era muy larga para encajar en un octosílabo.
 
 
Las 1000 y una noche se puede leer en: http://es.wikisource.org/wiki/Las_mil_y_una_noches:%C3%8Dndice

 
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junio 23, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (124) por Roberto Brey

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Literatura árabe

(continuación)

 
Adab y Maqama 
 
La palabra árabe usada hoy para literatura es adab, que deriva de una palabra que implica matices de cortesía, cultura y enriquecimiento personal. Es considerada entonces una ciencia profana basada en la poesía, oratoria, tradición histórica, retórica, gramática, lexicografía, métrica, etc.; en realidad es la suma de conocimientos que hacen al hombre educado.
 
Para Mar Gómez Renau el adab comprendía una serie de obras  “que se llamaron ‘collares’ y culminaron, como forma suprema en las ‘makamas’ que (en los siglos IX y X) tuvieron gran influencia en los escritos de prosa andaluces”.
El término en sí fue evolucionando con el correr de los años, reflejando una literatura más elitista, para llegar a una cierta limitación de amenidad, hasta finalmente alcanzar el sentido de literatura en general utilizado en nuestros días.
 
Según el arabista español Juan Vernet Ginés, el género narrativo de las maqamas se caracteriza por el carácter divertido de los relatos, por la combinación de verso y prosa rimada, y por la abundancia de recursos estilísticos.

“Este género tuvo su origen en el ambiente provocado por la fragmentación del imperio abbasí a partir de mediados del S. IX. Los soberanos locales y las personas importantes procuraron imitar las tertulias científico-literarias de la corte y escucharon con agrado los chismes y anécdotas que sus huéspedes les contaban y que muchas veces estaban protagonizados por personas -de vida fácil- que, por esa época, estaban ya agrupadas, según sus especialidades, en verdaderas cofradías regidas por un jefe (gitdi) que tenía autoridad para zanjar las querellas surgidas entre sus subordinados. Entre estas cofradías descuellan las de los mendigos y los místicos, no mal vistos por la alta sociedad, que se reía de sus picardías, bufonadas e ingenio”. (cfr. la historia del tercer hermano del barbero en Las mil y una noches, noche 32). http://es.wikisource.org/wiki/Las_mil_y_una_noches:59

 
Un buen ejemplo es una maqama sobre el almizcle, que se propone comparar diferentes perfumes, pero que al final es una obra de sátira política en la que se compara a diferentes candidatos. La maqama hace uso también de la doctrina de badi, esto es, añadir deliberadamente complejidades para poder demostrar la habilidad del escritor con la lengua. Se trata de una forma muy popular de la literatura árabe que llegó a ser una de las pocas formas que continuaron siendo escritas durante el declive de lo árabe en el siglo XVII y XVIII.
Género literario propio de la literatura árabe desde la cual pasó a otras, como la persa, la hebraica y la siriaca. Consiste en una serie de narraciones breves, independientes unas de otras, que tienen un mismo protagonista.
 
Las historietas que de estos granujas se contaban fueron centralizadas, en cierto momento, en torno de una figura principal, generalmente un gorrón y pícaro a la vez, a la cual se atribuyeron toda una serie de chistes y anécdotas, tal y como ocurre hoy con los cuentos de Yehá en el folklore árabe, turco, italiano o los de Otto y Fritz en el español, etc. Estas historietas no tenían otro nexo que la figura del protagonista, y estar escritas en un árabe clásico impecable, en prosa rimada y con frecuentes incrustaciones en verso. Así nació la maqama (sesión, tertulia, descanso; esta última palabra se emplea en el Marcos de Obregón).
 
La maqama reúne en sí dos rasgos que aparecen en la prosa corriente: 1) donde el protagonista (beduino, vagabundo o anciano), se encuentra por azar con gentes pudientes, que se admiran con su elocuencia en prosa rimada (say’); y 2) la insistencia por parte del protagonista en predicar las buenas costumbres y la moral más estricta aunque él sea un sinvergüenza. Ese tema y con el mismo nombre es introducido en España por lbn `Abd Rabbihi (m. 940) y se encuentra en toda la literatura árabe.
Pero el primer testimonio escrito lo constituye la obra de al-Hamadáni (V), que tuvo un éxito extraordinario y fue objeto de innumerables imitaciones. Ibn Nágiyá (m. 1092) compuso una serie en torno a distintos narradores y pícaros; gramáticos, teólogos y místicos emplearon estos cuadros para enmarcar algunas de sus producciones. Así, el teólogo Algacel, el filólogo Zamajsari, el místico Suhrawardi, el polígrafo Ibn al Vawzi y muchos otros.
 
Sin embargo, siempre según Vernet, quien le dio su forma definitiva a la maqama y la vació de todo interés temático, sacrificándolo en aras de una lengua artificial, fue al-Hariri, un filólogo que encerró en su colección las palabras más raras y las construcciones más exóticas de que dispone la lengua árabe. Este nuevo estilo, en que la forma predomina sobre el fondo, tuvo muchísimos imitadores. Algunos de los continuadores de al-Hariri introdujeron nuevos desarrollos: en temas amorosos; en un diálogo o polémica entre flores u objetos simbolizando cualidades opuestas, etc.
 
Los últimos literatos que han utilizado la maqama son Násif al-Yáziyi (m. 1871), en cuya obra (La confluencia de los dos mares), 1856, saca a colación los inmensos conocimientos que tiene de la lengua árabe, y al-Muwaylihí (m. 1930), quien en 1907 pareció que iba a renovar el género revitalizándolo al prescindir de la obsesión estilística predominante desde la época de al-Haríri. Pero este resurgimiento fue fugaz, ya que las generaciones jóvenes, educadas en Occidente, se sentían cada vez más inclinadas a un género literario desconocido en su sentido moderno en el mundo árabe: la novela.

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junio 20, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (123) por Roberto Brey

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Literatura árabe (continuación)

 
Bagdag: centro literario
A finales del siglo IX, Ibn al-Nadim, un librero de Bagdad, compiló una obra crucial para el estudio de la literatura árabe: Kitab al-Fihrist, un catálogo de todos los libros a la venta en Bagdad. Esto, más allá del significado que haya tenido en su momento, visto hoy ofrece al estudioso un panorama imprescindible sobre el estado de la literatura en la época.
Durante el Califato Abbasí, se utilizó mucho la compilación. Hechos, ideas, historias instructivas y poemas, fueron objeto de colecciones que trataban sobre un tema en particular. Y como con la poesía, los temas iban desde los referidos a la casa, el jardín, o los animales, hasta las que trataban de las mujeres, los ciegos, la envidia, la avaricia y toda clase de inquietudes del momento. Las compilaciones escritas por al-Jahiz, reconocido maestro del género, fueron de gran importancia para todo nadim (palabra con que se designaba a todo buen conversador), una especie de  asistente de los  nobles, que tenía por misión acompañarlo con historias ilustrativas y variada información, útil tanto  para entretenerlos como para aconsejarles.
Es conocido que la literatura árabe abordó en forma frecuente el tema del sexo. El ghazal, o poema de amor, tiene una larga historia, en la que el sexo aparece tanto en su vertiente tierna y amorosa, como en otra, abiertamente explícito. En la tradición Sufi el poema de amor podía tener una importancia mayor, entrando en lo místico y religioso. Se escribieron también manuales de sexo, como es el caso de El jardín perfumado, Tawq al-hamamah de ibn Hazm (1535) y Nuzhat al-albab fi-ma la yujad fi kitab (Placer de los corazones que nunca se hallará en los libros) de Ahmad al-Tifashi. Entre estas obras, se encuentra también una como Rawdat al-muhibbin wa-nuzhat al-mushtaqin (El prado de los amantes y de la distracción de los encaprichados) de ibn Qayyim al-Jawziyyah, que advierte cómo separar el amor de la lujuria y evitar el pecado.
 
Las mil y una noches
Aquellas compilaciones iniciales del siglo IX, fueron puliéndose, perfeccionándose con el correr de los años, en especial en la escritura. Aquí hay que distinguir entre la lengua común (al-ammiyyah) y la lengua culta (al-fusha). Esta última utilizaba la escritura y mantenía aquellos objetivos ya mencionados sobre la mejora y educación de la persona, antes que el entretenimiento. Pero esto no restringió el papel del hakawati o contador de historias, que retendría las partes más ligeras de las obras serias o algunas de las muchas fábulas o cuentos populares árabes que normalmente no se ponían por escrito.
La culminación de esos procesos daría lugar a la literatura de ficción árabe, representada en Las mil y una noches, que no solo es la obra más conocida sino la que aún ejerce más influencia hasta hoy en la representación de la cultura árabe, para los que están fuera de ese mundo.
 
(El motivo central de la obra es la historia de un rey de Persia, que mataba a sus esposas tras la noche de bodas. La ingeniosa Sherazade consigue demorar su muerte durante mil y una noches, en el transcurso de las cuales le cuenta al soberano una infinidad de relatos y así salva, al final, su vida).
 
Aunque en un principio fue considerada en Occidente como árabe, la obra tiene un origen persa y las historias, por su parte, pueden tener sus raíces en la India. Unbuen ajemplo de las carencias en ficción de la prosa árabe es que las famosas historias de Aladino y Alí Babá, habitualmente conocidas como parte de Las mil y una noches, no lo fueron en realidad en origen. Se incluyeron por primera vez en la traducción francesa de la obra por Antoine Galland (1646-1715) quien las había oído contar por un cuentacuentos tradicional y que solo existían antes en manuscritos árabes incompletos. Simbad, por su parte, sí forma parte de la obra.
 
Es mucho lo que se dice de esta famosa obra: una es que todos hablan de ella pero que pocos la han leído. Por ejemplo, una leyenda del siglo XVIII señala que todo aquel que la leyera completa moriría. Tal vez tenga algo que ver que la obra completa se considera que consta de 3.000 páginas, escritas con letras pequeñas y apretadas.
Mar Gómez Renau, estudioso de la Universidad de Valladolid, explica que esta obra ‘es’ “y al mismo tiempo ‘no es’ árabe. Es árabe por la lengua, por el ambiente donde se desarrolla, pero no por su origen primitivo que es persa.”
 
Entre los distintos tipos de historias en estas colecciones se encuentran las fábulas de animales, los proverbios, las historias de jihad o propagación de la fe, cuentos humorísticos, cuentos morales, cuentos sobre el astuto estafador Ali Zaybaq y cuentos sobre el bromista Juha.
 
La Divina Comedia de Dante Alighieri, considerada la obra narrativa en verso más importante de la literatura italiana, contiene muchos rasgos y episodios sobre el futuro derivados de obras árabes sobre escatología islámica: el Hadith y el Kitab al-Miraj (traducido al latín en 1264, o poco después como Liber Scale Machometi, «The Book of Muhammad’s Ladder») relativo a la ascensión de Mahoma al cielo, y los escritos espirituales de Ibn Arabi.
 
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junio 15, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (122) por Roberto Brey

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Literatura árabe

 
“La aparición del alfabeto árabe resulta característico de la historia de la escritura. En su origen se encuentra un pueblo de caravaneros nómadas que se desplazaban de oasis en oasis, de mercado en mercado, y que hablaban una lengua que no disponía de escritura: no existían, desde luego, condiciones favorecedoras para la aparición de una escritura, que suele surgir de forma general en medios urbanos. Cuando se veían obligados a escribir, los árabes utilizaban un alfabeto derivado del fenicio, el alfabeto nabateo, pero transcribiendo la lengua vehicular comercial de la época, el arameo. Y será este arameo transcrito en alfabeto nabateo, lo que poco a poco irá arabizándose para dar nacimiento al actual alfabeto árabe.”
 
Así explica el investigador Louis-Jean Calvet, el origen, allá por el siglo IV d.C., del alfabeto árabe que hoy se escribe.
Algunos estudiosos suelen diferenciar a los textos literarios escritos en lengua árabe, de la literatura persa y de la lengua urdu, que usan el alfabeto árabe pero no el idioma. El argumento es consistente  ya que sería lo mismo igualar la literatura portuguesa, con la francesa o la española, simplemente por utilizar el alfabeto occidental.
La literatura árabe surgió en el siglo VI (solo algunos fragmentos se conservan de épocas anteriores), y es El Corán, del siglo VII, la principal fuente literaria de la cultura árabe y de su literatura.
El período anterior a la escritura del Corán y al auge del Islam es conocido entre los musulmanes como Jahiliyyah, o periodo de la ignorancia, en referencia a lo religioso, pero tiene que ver con falta de literatura escrita durante dicha etapa, aunque no a la tradición oral, que fue considerable. Cuentos como el de Simbad (visto en el capítulo 118) y el de Antar bin Shaddad fueron conocidos primero en el medio oral y escritos más tarde.
 
El Corán surge de la predicación de Mahoma. Esta obra, cuyo  título significa «lectura», «pregón» o «proclamación» es el texto sagrado de los musulmanes, en el que se incluyen, además de preceptos de la religión islámica, textos de doctrina jurídica, narraciones, homilías, parábolas e, incluso, comentarios acerca de cómo tiene que ser interpretado y leído el propio texto. Y es admirado tanto por sus metáforas como por su claridad.
Es considerada la primera obra importante y con gran influencia en la literatura árabe, y la lengua que utilizaba se transformó luego en el árabe clásico, y a aún con los cambios que fue sufriendo, sigue siendo un modelo lingüístico.
El Corán es la primera obra de gran aliento (114 suras o capítulos, que contienen un total de 6.236 ayat o versos), que utiliza la lengua árabe; pero también significa un adelanto estructural respecto de anteriores intentos de literatura árabe. Como la Biblia para otras lenguas, El Corán ocupa un lugar especial en la literatura árabe, es el origen de infinidad de citas e ideas, y su mensaje moralizante forma parte de innumerables obras.
Además de El Corán, otra fuente literaria importante es toda la tradición acerca de lo que Mahoma dijo o hizo. El corpus entero de estos hechos y palabras se denomina sunnah o camino, y aquellos que se consideraron como sahih o genuinos fueron compilados en el hadith.
Mahoma inspiró las primeras biografías que, al tiempo que cubrían la vida del profeta, contaban lo relativo a las batallas y acontecimientos del Islam primitivo y realizaban numerosas digresiones sobre antiguas tradiciones bíblicas.
 
La tradición cuenta que el califa Ali, tras leer un Corán con errores, instó a Abu al-aswad al-Du’ali a escribir una obra en la que se codificase la gramática del árabe. Khalil ibn Ahmad, más adelante, escribiría el primer diccionario de árabe, junto con obras sobre prosodia y música, y su pupilo Sibawayh produciría la obra más respetada de gramática árabe, conocida como al-Kitab o El Libro.
Los intentos por profundizar en la investigación de la religión islámica fueron de gran importancia en el estudio de muchos otros temas. El califa Hisham ibn Abd al-Malik (691-743), contribuyó al enriquecimiento de la literatura al hacer traducir distintas obras al árabe. La primera se cree que fue la correspondencia de Aristóteles con Alejandro el Grande. Se tradujeron las fábulas de animales del Iruente, traducciones que, como las de la antigua Grecia, circularían por el ámbito intelectual europeo durante la Edad Media. Estas obras serían introducidas de nuevo en Europa a partir de las versiones en árabe. Era la época del pleno auge del imperio Omaya, con centro en Damasco, y su dominio en Asia y en Europa, que duró hasta casi el siglo XVII.
 
Poesía
La mayor parte de la literatura árabe antigua está en forma de poesía, de prosa rimada o de una prosa rebozante de versos sueltos. Su temática incluye tanto himnos de alabanza, como discusiones particulares, ideas religiosas, y hasta poemas sobre sexo y alcohol. Una gran preocupación dentro de la literatura árabe (como de otras literaturas antiguas), era la de ser agradable al oído, teniendo en cuenta que la escritura tenía el objetivo de ser leída en voz alta, por ello se ponía un gran cuidado en buscar una sonoridad especial. Incluso la prosa rimada se menciona como ‘saj’, que significaba, originalmente, el ruido que hace una paloma.

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junio 8, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (121) por Roberto Brey

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África (continuación)
 
Una historia popular del folclore africano es la de un pequeño animal y los trucos que utiliza para enfrentarse a criaturas de mayor tamaño. Algunos de estos animales son Anansi, una araña del folclore de los Ashanti de Ghana; Àjàpá, una tortuga de los Yoruba de Nigeria; y Sungura, una liebre que aparece en el folclore de la zona este de África. En realidad, figuran todos los animales del monte, y estos son similares a los que aparecen en los relatos europeos que, según algunos especialistas, tienen su origen africano. En Cuba, los cuentos de Amadou Koumba de Birago Diop, pueden compararse con los de La Fontaine. Amadou Koumba fue un griot senegalés del pueblo wolof muy destacado y Birago Diop tuvo oportunidad de asistir durante su niñez a sus sesiones de cuentos y ya en Europa, los refiere y recrea en lengua francesa.
El antrópologo y pensador cubano Fernando Ortiz, en Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, Letras Cubanas, La Habana, 1981, p. 529, relata:
 
«Las fábulas de animales son muy numerosas e interesantes en África, tanto que es verosímil que este tipo de narraciones se haya originado entre los negros afroocidentales (…). Su primera aparición, dice Talbot, parece ser en la obras de Hesiodo, que probablemente estuvo en relación con Egipto. Frobenius y otros han observado que las clásicas fábulas de Esopo se parecen mucho a las de los negros africanos y hasta se ha dicho que Esopo, esclavo y feo, fue «de color».
 
El sabio senegalés Cheikh Anta Diop (1923-1986) explica: «El género de la fábula, típicamente negro –o Kushita, como lo escribe Lenormand– que consiste en poner animales en escena, fue introducido en Grecia por el negro egipcio Esopo, inspirador de las fábulas de La Fontaine.”
Estas historias fueron realmente conocidas ya en la época de la colonia en África; y mucho de la forma de darla a conocer, contarla e interpretarla, tiene que ver con las ideas que impulsó la colonización europea.
El mismo Diop escribiría también: “… el nacimiento de la egiptología se caracterizó por la necesidad de destruir a toda costa y en todos los espíritus, de la forma más radical y completa, el recuerdo de un Egipto negro…”
Porque para Diop al continente africano hay que concebirlo en su integralidad, que deriva de un proceso de formación de miles de años atrás. Desde la aparición del hombre en el centro mismo del continente negro.
 
Para Jacint Creus, el Romanticismo europeo situó la literatura oral en “aquella idea de que cada nación tiene su propia cultura popular y la voluntad de recuperarla”. El desarrollo de esa idea coincidió con el ataque colonial al conjunto del continente africano.
 
“En el África subsahariana las recopilaciones etnográficas corrieron a cargo, esencialmente, de misioneros, de militares y de administradores coloniales, todos ellos imbuidos por las ideas al uso. La literatura oral africana, como tantas otras cosas, fue recopilada y estudiada desde parámetros exclusivamente europeos. «Mostrar cómo eran los africanos» era el objetivo inmediato de trabajos que siempre fueron pensados, además, para lectores europeos ávidos de exotismo; y ello implicaba, previamente, determinar también qué era lo que «valía la pena» ser mostrado, ser transcrito y publicado.
Y aquí, nuevamente, volvería a funcionar como un reloj el concepto de «autenticidad» otorgado a toda la literatura oral «digna de ser recopilada».
Sólo que, en esta ocasión, esa «cultura tradicional» que debía ser objeto de estudio no tenía como finalidad la «recuperación del pasado»: las sociedades africanas eran percibidas como no históricas; y, en la Gran Cadena ideada por el evolucionismo cultural, ocupaban «estadios anteriores» de «civilización»: la literatura oral, pues, podía ser recopilada «naturalmente» en aquellas sociedades «atrasadas», lo cual podría dar un poco más de luz a los «estadios anteriores» propios; y, en cualquier caso, ayudar a la tarea «civilizatoria» que justificaba el proceso de opresión.
 
 Jacint Creus, Departamento de Antropología Cultural e Historia de América y África, Universidad de Barcelona.
 

Literatura precolonial

Es poco lo que se conoce de la literatura precolonial, poco también ya en época de la colonia, y mucho menos en castellano. Algunos de los trabajos africanos más conocidos a partir del período de la colonización y del comercio del esclavo son, por ejemplo, el de Olaudah Equiano  (1745–1797), también conocido como Gustavus Vassa,  que escribe una autobiografía: La narrativa interesante de la vida de Olaudah Equiano (1789), donde relata su experiencia como esclavo y su vida posterior cuando puede comprar su libertad.
Ya en el período colonial, los africanos expuestos a los idiomas occidentales comenzaron a escribir en diferentes lenguas. En 1911, José Ephraim Casely-Hayford (también conocido como Ekra-Agiman) de Ghana, publica lo que para algunos es la primera novela africana escrita en inglés, Etiopía desatada: Estudios en la emancipación de la raza. Entre la ficción y el ensayo político, su publicación en la prensa occidental marca un antes y un después en literatura africana.
 
 
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junio 5, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (120) por Roberto Brey

Sundiata.120


África (continuación)

 
Sundiata Keita o Sundjata Keyita o Mari Djata I (1217-1255) era el fundador del Imperio de Malí y celebrado como héroe Mandinka, gente de África del oeste. (También fue conocido con “Rey León” y sus hazañas comparadas con las de Alejandro Magno.)
 
El imperio Mande, Melle o Malí es el formado por el pueblo negro de los mandingos o malinké que recogió y amplió la herencia de Ghana en el siglo XIII. Cuenta  la investigadora cubana Mirta Fernández Martínez que en sus orígenes no era más que una especie de confederación de territorios mandados por jefes de tribus que sirvieron durante mucho tiempo de refugio contra los ataques exteriores, hasta que, enriquecidos por el oro, las circunstancias históricas les permitieron la creación de un poderoso Imperio. 
 
Dos dibujos de Sundiata.
Sundiata Keita de la dinastía mandinga de los Keita, que había sido en su mayor parte exterminada por el Reino de los Sosso, logró hacer cristalizar en torno a su persona las aspiraciones de libertad de los mandingas, lo que le permitió liberarse en 1235 del dominio del rey de Sosso, Sumaoro Kannte, al que dio muerte, y formar un imperio que se extendía desde el océano Atlántico hasta el Níger. Su inmensa popularidad de libertador no sólo se debió a la liberación de parte de los mandingos del poder de los Sosso, sino a su política de reducir al máximo la esclavitud como costumbre existente entre su propio pueblo. Hacia 1240 ocupo Ghana y destruyó su capital no cesando de ampliar sus dominios hasta que una flecha envenenada acabo con su vida en 1255. Su hijo y sucesor, Mansa Ulé (1255-1270), continuó la política paterna, especialmente en los aspectos comerciales con el mundo musulmán.
 
La épica
Si bien la épica africana tiene ciertas particularidades, cumple con los parámetros generales del género, tal como se manifiestan en las epopeyas de otras civilizaciones: largos poemas ritmados o cantados en versos; producto colectivo y anónimo o producto del genio de un autor; transmitidos y remodelados a través de los siglos; se centran en príncipes o reyes y en un personaje que marcó su época; los héroes están dotados de cualidades excepcionales: “si se equivocan, se sobreponen a la adversidad e inspiran a los demás y se elevan por encima de decepciones y servidumbres; son individuos cuya dimensión extraordinaria les permite cumplir la función de héroes fundadores y/o héroes que desafían al destino y a la condición humana; los elementos sobrenaturales intervienen en la acción y son decisivos; el material de la epopeya se extrae de la tradición y la historia nacional reinterpretada a partir de una visión mítico legendaria”, explica Martínez.
 
La especialista Lilyan Kesteloot, profunda conocedora de la épica africana afirma: «La epopeya emociona más que una novela de amor. Apasiona más que una novela policíaca, distrae más que un cuento porque el público que la escucha se siente implicado, ya que sus héroes han tenido una existencia real». Como dice Martínez, “la épica africana es un género vivo en este continente, que se renueva y enriquece cada día. Entre las constantes estéticas predominantes en la épica africana, que la caracterizan se encuentran: la estructura iniciática del relato, la antropomorfización, la zoomorfización, la utilización casi constante de la hipérbole,de la enumeración acumulativa, la reiteración, la fabulación mitológica, el uso de la magia”.
 
Estas características, también es posible encontrarlas en otras culturas y religiones.
En África, menciona Martínez a Shaka, “fundador del imperio zulú, designado por algunos historiadores como «el Napoleón africano» por haber construido un imperio en menos de diez años utilizando la guerra a muerte y la masacre contra todos los que se le oponían, es el héroe de la epopeya del mismo nombre”. Los hechiceros ya habían predicho su destino y le habían señalado el mejor camino para cumplirlo, y estaba plagado de sacrificios y de sangre inocente.
Los zulúes estaban concentrados en el sureste de lo que hoy en día es Sudáfrica, a principios del siglo XIX. Tenían una cultura propia que los unía, pero permanecían separados en clanes sin un líder común. En 1816 Shaka tomó el poder total sobre todos los clanes zulúes, luego de distinguirse en la batalla, tanto física como estratégicamente. En una campaña de conquista unió a todos los clanes bajo su gobierno.
 
Un rígido programa de entrenamiento, nuevas armas estilo espadas que reemplazaban a las tradicionales lanzas, nuevas formaciones de ataque, un estricto código de obediencia. Logró en pocos años conquistar los territorios vecinos incluyendo 200 mil nuevos súbditos. Fue asesinado en 1828. Pero a pesar a esto, no significó el fin del efecto que Shaka creó en la historia del sur de África. La novela épica la hizo el escritor inglés Henry Rider Haggard (célebre sobre todo por Las minas del rey Salomón), que cuenta la historia mítica del pueblo Zulú, con elementos sobrenaturales (en 1892).
 
Como en la Iliada de Homero, la epopeya Sundiata comprende varias partes con una base histórica real. Comienza con la historia de Sundiata y pasa por la historia  de cada provincia del Imperio.
Otros ejemplos son la antigua epopeya de Dinga del viejo imperio de Ghana, y el Kebra Nagast o libro de reyes de Etiopía. Este último es considerado por el movimiento rastafari la verdadera historia del origen de la dinastía salomónica, y su conversión al cristianismo. Se creee que es una recopilación realizada hacia el año 1300 de tradiciones muy anteriores, redactado en su origen, según los estudiosos, en árabe.
 
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May 29, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , | Deja un comentario

El cuento: origen y desarrollo (119) por Roberto Brey

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África


George Joseph, quien manifiesta su intención de comprender África, en el capítulo dedicado a la literatura africana de su obra “Understanding Contemporary Africa”, dice que mientras la idea europea de literatura generalmente hace referencia a los textos escritos, en África se incluye también a la literatura oral.
 
Y señala un concepto interesante; mientras que la visión de los europeos separa a menudo arte y contenido, el concepto africano es inclusivo:
“La literatura puede implicar un uso artístico de las palabras motivado por un interés.
 
Tradicionalmente, los africanos no separan de un modo radical arte de educación. En lugar de escribir o cantar por la propia belleza, los escritores africanos, tomando ejemplo de la literatura oral, utilizan la belleza para ayudar a comunicar verdades importantes e información a la sociedad. De hecho, un objeto se considera bello por las verdades que muestra y por las comunidades que ayuda a construir».
 
En la «Historia General de Africa», Ediciones de la UNESCO (http://www.ikuska.com/Africa/arte_literatura.htm) se estima que quienes analizan la creación literaria africana, consideran que está marcada por una triple herencia o influencia: los valores autóctonos, el Islam y la cultura occidental. Por ejemplo, la ficción africana se ha enriquecido en el contacto con la narrativa de los países del norte y la poesía autóctona africana; en África Oriental o en las costas del Océano Indico se han beneficiado de la tradición islámica.
Las formas o fuentes literarias tradicionales con influencia en la creación literaria africana contemporánea son principalmente las siguientes: los proverbios, el cuento, la fábula y la narración histórica.
 
A veces, la tradición oral ha tenido trascendencia por el trabajo de profesionales, como el caso de los ‘griots’. Para algunos, estos son herederos y guardianes de la historia Mandinga en el oeste africano, que querían conservar en la memoria de los pueblos el linaje, los mitos, los cuentos, las batallas históricas, así como las tradicionales músicas y canciones ceremoniales. (Ellos idearon un instrumento, la kora mandinga, para que las leyendas, historias y proverbios pasaran oralmente de generación en generación.)
 
Sin embargo, para investigadores como Jacint Creus, antropólogo de la Universidad de Barcelona, “el poder crea su propia literatura; y crea, también, sus propios relatos canónicos y los propaga a través de personajes fiables, adictos, «autorizados sobre este particular ». «Auténticos», en definitiva. Son los llamados griots, exaltados sobre todo en la literatura colonial francesa por aquel halo de autenticidad que se les presumía. También, naturalmente, porque su intento de colonización directa se apoyaba en realidad en la colaboración de las grandes familias locales, cuyo prestigio aumentaba con los relatos del griot y más aún con su paso a la escritura: por eso la mayor parte de ediciones de narraciones épicas se han dado en el África Occidental.”
 
La Poesía, oral o escrita, en idioma autóctono o en un idioma extranjero, es una de las formas literarias más viva aún hoy en África. El valor de la palabra, ya sea, como dijimos, oral o escrita está ejemplificada en esta especie de proverbio de Somalía que aún se conserva: «Cuando se lanza una piedra puede caer rozándote, pero cuando se lanza una palabra viaja por el mundo para siempre».

En Tanzania, los periódicos, junto a la sección del correo de los lectores, suelen tener otra dedicada a la poesía, en la que se insertan los poemas enviados por lectores sobre los temas más variados: desde la medicina tradicional hasta comentarios sobre las leyes o las últimas noticias, pasando por los problemas matrimoniales o el índice de inflación.
 
Casi todo lo que hoy se conoce de las antiguas culturas de África, proviene de fuentes occidentales, aún antes de nuestra era. Heródoto, Platón, Cicerón, entre otros, tomaron relatos africanos para poner como ejemplo de sus ideas.
Más allá de estos antecedentes, de las primeras escrituras egipcias y de los escritos de autores norteafricanos en latín (como Apuleyo (125-180), un argelino asimilado al imperio Romano autor del famoso relato “El asno de oro”, y de Agustín de Hipona (354-430), otro argelino convertido al cristianismo y venerado luego en distintos cultos), los primeros escritos considerados africanos remiten a la épica de Sundiata durante el siglo XIII.
 
A las tradiciones africanas le corresponden muchos de los relatos, hoy famosos en el occidente europeo y, por transferencia, en la periferia americana: el Egipto de los faraones, la Etiopía de la reina de Saba, la gesta del pueblo hebreo… Pero para asomarse a esa literatura, conviene tener presente la advertencia de Jacint Creus: “Las tradiciones orales recolectadas fueron las que se correspondían con los deseos y prejuicios europeos. Mucho de lo recolectado se transformó en beneficio de los intereses coloniales”.
 
La epopeya semi-histórica de Sundiata Keita, fundador del imperio de Malí fue conocida a través de la tradición oral, y transmitido por los “griots” y es un ejemplo de la literatura previa a la colonización de África enla Edad Media.
 
 
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May 11, 2012 Posted by | Uncategorized | , , , , , , , | Deja un comentario